¿Donde esta Santiago Maldonado?


La desaparición forzada de Santiago Maldonado en el curso de una brutal represión de la Gendarmería reabrió en la sociedad argentina un enconado enfrentamiento en torno a una cuestión democrática fundamental: las fuerzas armadas y de represión.

Una operación para salvar a la Gendarmería

Fueron necesarios largos días, de presión a través de redes sociales, la realización de una movilización multitudinaria, y hasta la presión de las Naciones Unidas, para que la fiscal y el juez a cargo de la investigación caratularan la causa como "desaparición forzosa", o sea, la desaparición de una persona en un operativo de instituciones armadas del Estado negada y encubierta por funcionarios gubernamentales. Después de casi dos meses de negarlo y sembrar pistas falsas, algo sólo posible por la complicidad de la "justicia", el gobierno de Macri tuvo que aceptar que había gendarmes implicados en el hecho. Lo que sigue negando, a pesar de que se acumulan testimonios y pruebas al respecto, es que haya sido la gendarmería la que secuestró e hizo desaparecer a Santiago Maldonado.

Su objetivo es que el tribunal cambie la carátula del proceso, porque la "desaparición forzosa", es un delito de lesa humanidad, que no incluye sólo a los ejecutores materiales, sino también a sus mandos, a los funcionarios gubernamentales y judiciales responsables de haber dado las órdenes, de haber negado la desaparición y de haber encubierto a sus responsables. Para eso, levanta otras "hipótesis": que a uno o más gendarmes "se les fue la mano". Que Maldonado fue herido; que éste se ahogó en el río y vaya a saber adonde fue a parar su cadáver; que lo tienen escondido los aborígenes mapuches que reclaman sus tierras ancestrales; o que estos lo encontraron ya muerto, lo enterraron y lo ocultaron para inculpar al gobierno.

El cambio de carátula permitiría que el asunto, cualquiera fuera su desenlace, fuera enmarcado en un crimen común de uno o más individuos, dejando a salvo a los verdaderos responsables: el gobierno Macri y la Gendarmería como institución.

¿Lograra salvar su prestigio la Gendarmería?

La lucha por los derechos democráticos y contra la desaparición de personas por medio de las FFAA y policiales se hizo carne en la inmensa mayoría del pueblo argentino: Todos los gobiernos burgueses de turno, trataron de salvar la imagen de sus instituciones armadas, a través de leyes como la obediencia debida, punto final, o directamente el indulto fueron intentos del gobierno de Alfonsín y de Menem para lograr ese objetivo, pero fracasaron uno por uno.

Recientemente el gobierno de Macri junto a su Corte de "injusticia" trató de beneficiar a los genocidas de la dictadura con el amparo del "2x1", una gigantesca movilización popular los hizo recular. Algo similar ocurrió con el caso de Santiago.

Gran parte de los sectores populares tiene bien claro lo sucedido, por eso en la marcha multitudinaria por la aparición con vida de Maldonado la denuncia se hizo canción:

Se sabía, se sabía que a Santiago lo llevó Gendarmería

Fue tan masiva la movilización, que el gobierno para que este pedido de justicia no se siga extendiendo, "infiltró" policías de civil y disfrazados para engañar a un sector de la población tratando a los manifestantes de violentos.

Las dos caras del kirchnerismo

En busca de un apoyo social del que carecía, Kirchner que (había asumido con menos del 23% de los votos), revirtió esta política impulsando la derogación de esas leyes y de los indultos, y más de mil militares fueron condenados. Pero un aspecto fundamental de la política de deteriorar lo menos posible a las FFAA y policiales siguió en pie: Se juzgaba a cada genocida individualmente, no como parte de esas instituciones, y muchos lograron evitar la condena "por falta de pruebas". El objetivo de Kirchner también fue preservar a las fuerzas armadas. Trató por todos los medios de congraciarlas con los sectores populares. Ya no eran una herramienta del Estado burgués para ejercer la violencia contra las masas explotadas y oprimidas al servicio de los capitalistas. Una ideología o falsa conciencia que los patrones, los políticos a su servicio, las iglesias y los medios masivos de comunicación quieren inculcar en la cabeza de la clase obrera y el pueblo pobre para hacernos creer que estos han renunciado a defender sus intereses de clase de la manera más sanguinaria cuando sus ganancias y propiedades corren peligro, como siempre han hecho en todo el mundo y a lo largo de la historia, que los intereses entre las clases sociales no son irreconciliables y pueden resolverse a través de la negociación, las leyes y las elecciones.

La realidad es más fuerte que cualquier engaño

A la larga la realidad se impone, y la desaparición de Santiago Maldonado la puso sobre el tapete porque quedó en evidencia que intereses defendía el gobierno cuando ordenó reprimir a los mapuches.

La Patagonia estuvo habitada por los pueblos aborígenes hasta que a la burguesía argentina decidió, apropiarse de esas enormes extensiones de tierra. Lo hizo con sus métodos bárbaros en la "campaña al desierto" también llamada "Conquista del desierto" ejecutada por el ejército desde 1878 hasta 1885. Fue un sangriento genocidio. Lo que no era un desierto se convirtió en eso. Los aborígenes fueron diezmados y los sobrevivientes son en la actualidad una pequeña minoría de la población patagónica. El territorio fue repartido entre los ejecutores del genocidio, entre ellos la familia Braun Menéndez, que hoy tiene dos altos funcionarios en el gobierno nacional. También participaron de la rapiña los británicos, tanto unos como otros se quedaron con estancias de millones de hectáreas, en las que primaba la producción de lana para el mercado mundial.

Esta rama productiva fue decayendo y la propiedad fue cambiando de manos. Los ingleses vendieron sus estancias como consecuencia de la guerra de Malvinas y algunos terratenientes argentinos también se fueron desprendiendo total o parcialmente de ellas. Pero la Patagonia sigue siendo una presa apetecible para la insaciable sed de ganancias de los capitalistas, ahora por los recursos minerales de su subsuelo, entre ellos el agua, las reservas petrolíferas y gasíferas del área denominada "Vaca Muerta" uno de los yacimientos más importantes del mundo explotables con la técnica del fracking. Entre los nuevos terratenientes figura un amigo de Macri, Joseph Lewis, en cuya estancia acostumbra vacacionar el presidente . El oligarca diario "la Nación" lo describe así: "Joe Lewis es un exitoso empresario inglés de 79 años cuya fortuna asciende a 5000 millones de dólares. Es la cara visible de un poderoso grupo económico dueño del club Tottenhan y parte de Pampa Holding que tiene entre sus activos a Edenor, la mayor distribuidora de electricidad del país. Otro de los negocios millonarios de Lewis tiene que ver con las tierras. Durante los años 90, el empresario compró unos 12000 hectáreas cerca de la localidad patagónica "El Bolsón" y fue denunciado entonces por haber adquirido esos terrenos a un valor fiscal, muy por debajo de su valor de mercado.

Pero el más grande propietario de tierras de la Argentina, particularmente en la Patagonia, con más de un millón de hectáreas, es la transnacional italiana de los Benetton. Es precisamente en esta propiedad donde organizaciones mapuches reclaman esas tierras como propias.

La represión de la Gendarmería contra los mapuches fue ordenada por Macri, y ejecutada por el Ministerio de Seguridad encabezado por Patricia Bullrich y dirigida por Pablo Nocetti, su jefe de gabinete. Su objetivo no se limitaba a defender las propiedades de Benetton, se trataba de dar un escarmiento ejemplificador que diera seguridad a todos los terratenientes de la Patagonia, incluido Joe Lewis, el amigo de Macri. Fue por ese odio de clase, que la represión desembocó en la desaparición de Santiago Maldonado, que no era mapuche sino un "huinca"- así llaman los aborígenes a los blancos- solidarios con ellos.

LA PELEA SIGUE ABIERTA

Un sector minoritario pero masivo de la sociedad argentina apoya a Macri, incluso en su ofensiva represiva. Son las mismas clases sociales, que incluyen no sólo a los capitalistas sino también a importantes franjas de las clases medias, que apoyaron todos los golpes de Estado, dictaduras y represiones porque consideran que cualquier concesión a los trabajadores y al pueblo pobre, a quienes temen y odian, es plata que les corresponde a ellos, y quieren "orden".

Pero la cuestión de la represión tiene un peso propio a partir del genocidio y del derrocamiento de la dictadura militar, por eso a pesar de los esfuerzos que hizo el gobierno de Macri y todo "Cambiemos" para que no se hablara más del tema, los medios masivos de comunicación no pudieron ignorarlo y tuvieron que reconocer a regañadientes que la Gendarmería algo tuvo que ver.

Desde estas páginas apreciamos y apoyamos los esfuerzos de los organismos de derechos humanos y de los abogados de la familia por llevar hasta el final la lucha en el terreno jurídico. También respetamos los sentimientos de los familiares de exigir la aparición con vida de Santiago, y los acompañamos solidariamente en ese reclamo. Al mismo tiempo, insistimos en que la única garantía para poder derrotar las maniobras y mentiras con que el gobierno trata de protegerse y proteger a la Gendarmería es la acción directa, la movilización. No sólo las que han convocado y convocarán los organismos de derechos humanos. El movimiento obrero debe hacerse presente y ponerse a la cabeza. En el último acto de la CGT el 22 de agosto, Juan Carlos Schmid, uno de los Secretarios Generales de la central obrera, incluyó en su discurso el reclamo por la aparición de Maldonado. Pero con eso no basta, hay que exigir a los dirigentes sindicales que lleven a las bases esta cuestión para que los trabajadores discutan y resuelvan democráticamente medidas de acción concretas. Fuimos los trabajadores los que más sufrimos la represión y las desapariciones en la dictadura militar, y vamos a ser los trabajadores los que más vamos que tener que resistir las medidas de ajuste del actual gobierno. Debemos tomar en nuestras manos este reclamo. Lo mismo vale para los movimientos sociales que organizan a los desocupados y trabajadores informales.

La exigencia debe ser que se sepa toda la verdad sobre Santiago Maldonado, si está vivo que aparezca y sean castigados quienes lo tuvieron secuestrado. Si está muerto que sean castigados quienes lo asesinaron. Y que también sean castigados cualquiera sea el caso, quienes ordenaron la represión.

Finalmente, los trabajadores y el pueblo deben saber que el gobierno recurrirá cada vez más a una represión más y más violenta, contra toda lucha. Para enfrentar esa represión debemos organizar nuestra autodefensa y aprender a hacerlo.

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