¡El imperialismo agrede a Venezuela! ¡Hay que defenderla!

Los yanquis, con el apoyo de casi todas las potencias imperialistas europeas y de los gobiernos cipayos latinoamericanos, encabezados por Duque (el presidente colombiano), Bolsonaro y Macri, dicen que Maduro ya no es presidente de Venezuela y han reconocido al títere Juan Guaidó, que se autoproclamó “presidente encargado”.

Una de las excusas para disfrazar esta agresión político-diplomática es que en Venezuela hay una dictadura a la que hay que derrocar para “recuperar la democracia” a través de “elecciones libres”. ¿Quiénes son estos “demócratas”?

Trump: con su política antiinmigrantes; sus bombardeos en Medio Oriente; su alianza con el estado sionista de Israel, masacrador de palestinos; su apoyo político y militar a la monarquía de Arabia Saudita en la guerra en Yemen, etcétera.

Duque: que mantiene las bases militares yanquis en territorio colombiano, apuntando a Venezuela y a toda América del Sur, mientras en su país fueron asesinados 385 líderes sociales desde la firma de plan de paz con la guerrilla (noviembre de 2016).

Bolsonaro: la última recompensa que recibió este facho por su alineamiento servil con Estados Unidos es que los yanquis, por primera vez en la historia, nombraron segundo jefe del Comando Sur, su dispositivo militar para toda América latina y el Caribe, a un extranjero: un general brasileño.

La otra cara de esta agresión es estrangular al país y su pueblo económicamente.

Imponen un bloqueo económico y comercial que incluye la importación de medicamentos.

Bloquean las cuentas del país en el exterior para terminar de destruir sus finanzas.

También bloquean las cuentas de altos funcionarios gubernamentales, y Trump amenaza con hacer lo mismo con las cuentas de los militares para convencerlos de que den un golpe de Estado.

Trump roba el petróleo que el país exporta a Estados Unidos, que son de la petrolera estatal PDVESA, apoderándose de esos dólares para financiar a Guaidó.

Los imperialistas, liderados por Trump, van combinando y poniendo en ejecución varios planes, todos con las excusas de “recuperar la democracia” y mandar “ayuda” para salvar a los venezolanos de la “crisis humanitaria”. No hay democracia sin soberanía: si estos canallas triunfan, Venezuela no tendrá democracia sino un gobierno títere de Estados Unidos. Y con su agresión económica, agravan al máximo las carencias del pueblo venezolano con el cínico objetivo de provocar la “crisis humanitaria”.

Uno de los planes del imperialismo es lograr que las Fuerzas Armadas venezolanas den un golpe de Estado contra Maduro, pero hasta ahora no funcionó. Otro es que se dividan, lo que podría desembocar en una guerra civil que destruya el país, como ya hicieron en Irak, Afganistán y Siria. Hasta ahora tampoco funcionó.

Otro es lograr un territorio dentro de Venezuela donde se pueda instalar el “presidente a cargo”, lo que le permitiría armar su propio aparato militar, financiado y armado por Estados Unidos (que tienen problemas para recurrir a una invasión directa), o bien disimular esa agresión militar con el envío de “tropas de paz”: “cascos blancos” o “cascos azules” de la ONU, de la OEA o de una alianza de gobiernos cipayos latinoamericanos.

Para ejecutar este plan se instalaron “puestos de ayuda humanitaria” en las fronteras de Colombia y Brasil con Venezuela, el más importante en la ciudad colombiana de Cúcuta. Para mostrar apoyo de masas, hicieron un festival gorila en la frontera, y Guaidó llamó a sus seguidores a movilizarse hacia allí el sábado 23 de febrero para hacer entrar la “ayuda”, apostando a que las Fuerzas Armadas venezolanas, puestas en la disyuntiva de disparar contra los manifestantes, les permitieran entrar al país. Este intento también fracasó porque los escasos “voluntarios” que defendían los camiones de la “ayuda” terminaron dispersados por la policía.

Esta derrota provocó una crisis grave en todo el operativo porque dejó al descubierto que Guaidó, por más reconocimiento internacional que haya logrado, no tiene ningún poder real. Pero sigue adelante, con el “presidente a cargo” volviendo a Venezuela y llamando a la “contra” a movilizarse en las calles.

Veremos qué pasa en los próximos días, pero cada vez queda más claro que el conflicto apunta hacia enfrentamientos armados de algún tipo; hay incluso seguidores de Guaidó que le reclaman a Estados Unidos que invada directamente a su propio país.


Por qué los trabajadores y el pueblo argentino debemos defender a Venezuela


Frente a la insoportable agresión económica que lleva a cabo Macri, la cuestión venezolana parece algo lejano a las necesidades que tenemos los trabajadores y los pobres de nuestro país. Sin embargo, cómo termine este conflicto tendrá consecuencias directas e inmediatas sobre todos nosotros y sobre el país.

El imperialismo ya nos agredió una y otra vez, desde el golpe militar contra Perón en 1955 hasta su apoyo a todas las dictaduras que hemos sufrido y a los piratas ingleses en la Guerra de Malvinas. Macri estuvo entre los primeros gobiernos cipayos de nuestra región en reconocer a Guaidó, al que acaba de recibir en Olivos como “presidente” de Venezuela. Desde el punto de vista diplomático y militar, hoy la Argentina es una colonia de Estados Unidos. También lo es desde el punto de vista económico: quien dirige nuestra economía es el FMI. Si los yanquis triunfan, triunfa Macri y este sometimiento será todavía peor. Derrotar a los yanquis sería un paso adelante en la lucha para recuperar nuestra soberanía como país.

Un triunfo del imperialismo fortalecerá al gobierno de Macri para avanzar en el tremendo ajuste que nos está aplicando; una derrota, en cambio, lo debilitaría.


Hace falta una gran movilización unitaria de todos los verdaderos antiimperialistas y demócratas

Los argentinos tenemos una gloriosa historia de lucha antiimperialista. Entre muchas otras, está la movilización unitaria de la clase obrera encabezada por la CGT y el movimiento estudiantil organizado en la Federación Universitaria Argentina, que obligó al gobierno “democrático” del radical Illia a dar marcha atrás en su participación en la “Fuerza Interamericana de Paz” organizada por los yanquis en apoyo a la invasión de sus marines a la República Dominicana (ver recuadro “La invasión yanqui a la República Dominicana”).

Macri está haciendo lo mismo que intentó Illia. La Nación informó que “La Argentina ofreció la asistencia de Cascos Blancos a Venezuela para ayudar al gobierno interino de Juan Guaidó en el esfuerzo para contener la crisis humanitaria”. Debemos luchar unidos para impedir que un solo soldado argentino pise territorio venezolano ni vaya a colaborar con ninguno de los gobiernos cipayos. Y si en algún momento el conflicto escala al terreno militar, ya sabemos en qué bando nos vamos a ubicar, aunque se nos acuse de ser antipatrias.

Lamentablemente, hoy esa unidad no existe. Embarcados en la pelea por los votos en las próximas elecciones, cada corriente que denuncia al imperialismo hace su propia marcha testimonial por separado. Unas para apoyar a Maduro en todo terreno; otras para aclarar que están en contra de Maduro. Pero hoy la pelea no es “dictadura o democracia”, como chillan los yanquis y Macri. La pelea es: o se está con los yanquis y sus títeres, o se está con el derecho a la autodeterminación de los pueblos, es decir, con una Venezuela soberana. Y en esa pelea deberíamos estar unidos todos los auténticos demócratas y antiimperialistas, opinemos lo que opinemos sobre Maduro. La división sólo les sirve a Trump y a Macri. Por eso desde Punto de Partida hemos adherido al Manifiesto que reproducimos en este número.

Los trabajadores y la juventud debemos retomar nuestra tradición democrática y, convocando y poniéndonos a la cabeza de todos los agrupamientos políticos, sindicales, sociales y las personalidades que se reclaman antiimperialistas y democráticas para acabar con la política cipaya y servil del gobierno.





Comentarios