En estos
días, cuando los trabajadores hablamos de política el tema excluyente son las
elecciones. Y más todavía después de que apareció la fórmula Alberto
Fernández-Cristina Kirchner. Son millones los trabajadores y los pobres que
odian a Macri y tenían depositadas sus esperanzas en un triunfo de Cristina, y
ahora quieren derrotar al gobierno votando por la nueva propuesta. Razones no
les faltan.
Gracias a
Macri, nuestro país está sufriendo tres dramas:
1. Ha
perdido por completo la soberanía económica porque nuestra economía está
gobernada por el FMI (que hace lo que le dice Trump) y por los capitalistas
usureros y timberos internacionales (y también nacionales) de las finanzas.
2. Los
trabajadores y el pueblo pobre estamos en la lona debido a este sometimiento
económico.
3. El país
ha perdido la soberanía política al actuar como cipayo del imperialismo yanqui;
el mejor ejemplo es que hayamos reconocido a Guadió, que es un títere de los
yanquis y les pide que intervengan militarmente en Venezuela, como “presidente”
de ese país.
Los yanquis
apoyan con todo a Macri por varias razones:
No le
perdonan al kirchnerismo haberse aliado con Chávez tras su consigna “ALCA al
carajo” y haber basureado al entonces presidente Bush en la IV Cumbre de las
Américas (Mar del Plata, 2004), abortando el intento de convertir a sus países
en colonias económicas de Estados Unidos.
Macri fue el
primer gobierno de América latina que se puso incondicionalmente al servicio de
la ofensiva yanqui para recuperar el control político sobre lo que los gringos
consideran su “patio trasero”.
Macri les
garantiza el saqueo de nuestro país, tanto de sus recursos naturales (petróleo,
gas, minerales, etcétera) como de sus recursos humanos, que somos nosotros, los
trabajadores y el pueblo, explotándonos y hundiéndonos en la miseria.
Por su
parte, el kirchnerismo tuvo varias actitudes positivas:
Votó en
contra del gobierno en cuestiones fundamentales, una muy importante fue el
presupuesto, que con el voto a favor de peronistas “opositores peronistas racionales”
tipo Pichetto, Urtubey y Schiaretti —que ya le habían votado un montón de leyes
al gobierno y hoy están en Alternativa Federal—, terminó dando aval
parlamentario al acuerdo Macri-FMI, que sin ese apoyo “institucional”
difícilmente habría prosperado.
Denunció y
denuncia que en el país hay presos y perseguidos políticos, víctimas de una
banda de jueces y fiscales que, al igual que los brasileños, obedecen a las
órdenes del gobierno y la embajada de Estados Unidos.
No se suma
al cipayaje que reconoce a Guadió como presidente de Venezuela.
Frente al
desastre macrista comprendemos perfectamente que la gran mayoría del pueblo
trabajador deposite sus esperanzas en sacarnos de encima a esta lacra votando
al kirchnerismo.
Y como
realmente una derrota del macrismo debilitaría al imperialismo y a sus aliados
de la oligarquía argentina, que son los que hoy gobiernan, consideramos que los
millones de trabajadores y sectores populares empobrecidos que quieren el
triunfo del kirchnerismo lo hacen en defensa de nuestros derechos y de la
soberanía de nuestro país.
Desde Punto
de Partida hemos insistido en que las elecciones no solucionan nuestros
problemas de fondo, porque al final la famosa “democracia” termina en:
Un Poder
Ejecutivo (el presidente) que veta cualquier cosa que no le guste de lo que
haya votado el Congreso.
Un Poder
Legislativo (el Congreso) donde los partidos políticos trencean entre ellos sin
tomar en cuenta qué opinan los que los votaron.
Un Poder
Judicial que, como ya vemos y sufrimos, de “independiente” no tiene nada.
Es por eso
sostenemos que la verdadera democracia para los trabajadores y los condenados
al hambre y la miseria sólo se puede imponer con la lucha, con la movilización
masiva de los que sufrimos la explotación de los capitalistas.
Máximo
Kirchner levantó un programa de cuatro puntos que responde al problema más
urgente, que es el derecho a comer de todos los habitantes de nuestro país:
1. Desayuno.
2. Almuerzo.
3. Merienda.
4. Cena.
Estamos de
acuerdo, pero ¿cómo podemos conquistar estos derechos?
1.
Expropiando a las grandes empresas productoras de alimentos “por razones de
utilidad pública” sin ninguna indemnización (como si fuera un impuesto) los
alimentos necesarios para nutrir como corresponde gratuitamente a toda familia
que los necesite.
2.
Garantizando su distribución bajo el control de comisiones democráticamente
elegidas en los barrios.
3.
Financiando con un salario en blanco al personal a cargo de hacer esta tarea.
De esta
manera el Estado se haría cargo de lo que hoy hacen los docentes, los comedores
populares, las iglesias, las ONG, etcétera.
Medidas
igualmente profundas habría que adoptar para las otras emergencias que sufren
nuestro pueblo y nuestro país: en primer lugar educación, vivienda, salud y
cortar de cuajo la fuga de capitales, o sea, el saqueo de las riquezas que
producimos los trabajadores.
Hoy la
medida más importante para tener la posibilidad de implementar un modelo que
contenga a las mayorías y le garantiza salud vivienda, educación, independencia
política y económica es parando ya el saqueo que se produce a través del FMI y
los pacto de dependencia con los yanquis.
La formula Fernández
– Fernández ya tendrían como mínimo exigirle al FMI que todo dinero que le siga
prestando a esta manga de ladrones se los tendrán que cobrar a ellos o joderse
por irresponsables. Estos préstamos ni siquiera fueron aprobados por el
Congreso de la Nación. Por lo tanto es una deuda que solo contrajo el gobierno,
no la Nación Argentina. Es el FMI quien se lo presta a Macri para que gane las
elecciones.
Claro que
para hacer esto un gobierno nacional, provincial o municipal debe estar
dispuesto a meterse con la sacrosanta “propiedad privada” de los capitalistas,
y sólo podrá lograrlo si se apoya en la movilización obrera y popular. ¿Estará
dispuesto a hacerlo un gobierno de Alberto-Cristina?
El 27 de junio el candidato a presidente por el Frente
con Todos, Alberto Fernández se reunió con dos emisarios del FMI, el mexicano
Alejandro Werner y el jamaiquino Trevor Allegner. En dicha reunión Alberto F.
criticó el préstamo que el organismo internacional le otorgó al gobierno de
Macri. Pero dejó bien en claro que su "objetivo es pagar". Ni
siquiera planteó que iba a investigar la deuda, que en su mayoría se destinó a
fugar capitales. Tampoco se comprometió a investigar los que incrementaron sus
patrimonios con los fugaron los dólares que prestaba el fondo, es más dijo que
"la palabra venganza no estaba en su cabeza. Cuando terminó la reunión, el
representante del FMI dijo "me voy más tranquilo". Es decir que los
que se beneficiaron con la explotación de los trabajadores y con el hambre del
pueblo no van a ser juzgados.
Por otro lado Alberto Fernández dijo que va a recibir
un país en recesión y sin crecimiento, de esto no cabe la menor duda, también
de palabra acusa de este derrumbe al gobierno macrista, llama a un pacto social
de todos los sectores para revertir la crisis con superávit fiscal y comercial.
Lo que no dice Alberto Fernández, es que este consenso social, significa un
nuevo esfuerzo de los trabajadores y los sectores populares más postergados.
Por último desde "Punto de Partida"
queremos alertar a todos los compañeros de no confiar en políticos patronales.
Que si bien la tarea principal para la mayoría de los trabajadores es sacarnos
a este gobierno "entreguista" de encima, sólo tenemos que confiar en
nuestras propia movilización y organización para frenar la ofensiva de los
yanquis y la oligarquía argentina.
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