Se tiene que ir ya mismo
















Los trabajadores nos unimos y derrotamos a Macri

El domingo 11 de agosto los trabajadores y el pueblo derrotamos en las urnas a la pandilla de Macri, Vidal, Larreta y demás mentirosos seriales y serviles a Trump y al FMI, que gobernaron los últimos cuatro años el país.

Para este triunfo de las masas populares fue decisiva la unidad por abajo forjada en las luchas contra el gobierno, un motor que los trabajadores pusieron en marcha para potenciarlas. El casi 50% de votos obtenido por el Frente de Todos demostró la fuerza de esa unidad, y por esa razón se convirtió en un resultado incuestionable para pegarle al macrismo. Fue un logro descomunal en un período de ofensiva reaccionaria, de retroceso de todas las conquistas sociales y también de las democráticas: presos políticos de la «Justicia», represión, «doctrina Chocobar» de gatillo fácil e impunidad para asesinar de Patricia Bullrich.

En las PASO, se encontró la herramienta democrática para derrotar al gobierno. El caudal de votos fue apabullante y no dejó lugar a dudas: Macri perdió y la fórmula Fernández-Fernández es la llave de Balcarce 50 que los trabajadores y el pueblo encontraron para tratar de defender el salario, las jubilaciones, los puestos de trabajo, la comida de todos los días.

De acuerdo al cronograma electoral, deberíamos refrendar el voto en octubre y, encima, permitir que Macri –que sigue en la pelea para defender los negocios de unos pocos, que devaluó el peso e hizo saltar la inflación, que hundió a nuestro país con una deuda impagable y una crisis económica descomunal, y que aumentó las penurias de los trabajadores y el pueblo– siga hasta diciembre porque así funciona la «democracia».

El voto del 11A fue ¡BASTA DE MACRI!,¡GOBIERNO DEL FRENTE DE TODOS! Fue un referéndum contundente, que no dejó lugar a dudas sobre quién debe gobernar. La primera oportunidad que se presentó para votar fue usada por las masas populares para resolver quién debe gobernar la Argentina. La decisión democrática de la mayoría es que ya mismo asuman la fórmula presidencial Alberto-Cristina y los gobernadores, intendentes, diputados y senadores que ganaron en las PASO.

Desde el 12 de agosto aumentaron las penurias de los trabajadores y la destrucción de nuestro país

En veinte días, desde el triunfo de la fórmula Fernández-Fernández, las medidas de gobierno de Macri sumaron más personas a los millones que ya no comen, también a los que perdieron su empleo, a los jubilados que les licuaron sus ingresos, a los más jóvenes que les disminuyeron aún más las posibilidades de trabajo. Los precios de los medicamentos, los alimentos y los artículos de primera necesidad se volvieron inalcanzables para la mayoría, en una situación que día a día se vuelve más desesperante.

El golpe contundente de las masas populares dejó a Macri sin poder y a las instituciones del régimen «democrático» en crisis, aunque todos (oficialistas y opositores) quieran ocultar los síntomas agudos de descomposición y descontrol, que tampoco son novedosos.

Desde las PASO, el FMI comprobó que, para cumplir con su objetivo de asegurarse los pagos de la deuda, no tiene más remedio que negociar con Fernández; los funcionarios que nos visitaron recientemente fueron los primeros en definir que el 11 de agosto se abrió un «vacío de poder».

Por eso también, Macri y sus secuaces declararon la guerra al día siguiente de su derrota. En la reunión de gabinete ampliado en el CCK, más de un centenar de autoproclamados «líderes del republicanismo» aplaudieron de pie a una enardecida Elisa Carrió cuando gritó «Nos van a sacar muertos de Olivos», ante un público de parásitos y burócratas como ella, que ganan altos sueldos al servicio del saqueo del país.

Y los «gorilas» desesperados convocaron a una movilización de apoyo al presidente, mientras un Macri visiblemente descontrolado, gesticulaba desde el balcón de la Rosada y se unía al odio de clase del chetaje de Recoleta y Barrio Norte para atornillarse en el sillón. «Mauricio» pretende continuar la pelea por el poder que perdió; por eso hunde a la economía en un pozo sin fondo, en una crisis donde los precios no tienen techo y nuestros ingresos pierden valor todos los días.

El macrismo derrotado prefiere hundir al país y a la economía de millones de hogares de familias trabajadoras antes de respetar y aceptar la decisión soberana de la mayoría de la población

El régimen, los tres poderes del Estado, no están en crisis por el resultado electoral, sino por quienes los integran. Los políticos de la patronal convocan a defender la gobernabilidad y el respeto a las instituciones; por eso llaman «anomalía» al resultado electoral, aunque éste sea la decisión democrática y soberana de la mayoría de la población. Son quienes, como clase dominante o a su servicio, desprecian la democracia real y defienden la concepción de que son los únicos con derecho a gobernar el país, al que consideran una propiedad privada, una extensión de sus negociados, de sus empresas y de sus tierras.

Pero los trabajadores hemos visto como exjueces y exfuncionarios tribunalicios denunciaron de manera frecuente que en el Poder Judicial existe una cueva de corruptos; hemos visto cómo el Parlamento pierde injerencia en el tratamiento de medidas que defiendan los derechos conquistados de los trabajadores, porque en este cuerpo legislativo también predominan los negocios para unos pocos. No sólo los jueces y fiscales tienen sueldos altísimos; en medio de la crisis abierta en marzo pasado, la diputada nacional Graciela Camaño se sinceró: «No podemos cobrar tanto para no hacer un carajo». «No podemos seguir sin trabajar, no podemos seguir cobrando lo que cobramos, el país está en crisis».

También vimos como el Poder Ejecutivo estuvo y sigue estando en manos de un grupo de CEOS que ganaron fortunas, llenaron de plata a sus empresarios amigos y convirtieron a nuestro país en un títere de la política internacional de las potencias imperialistas y en un lacayo de Trump. En el terreno económico, construyeron dos enormes caños, uno de ida y otro de vuelta, para que los timberos y usureros del capital financiero trajeran dólares, compraran pesos, cobraran los intereses, compraran más dólares y se los llevaran afuera. Y cuando este saqueo de las riquezas que producimos los trabajadores nos dejó en pelotas, fueron corriendo al FMI para endeudarnos todavía más.

Por estas razones, a los trabajadores no se nos puede engañar con la «defensa de las instituciones», con el «respeto a los plazos legales», porque si la gobernabilidad peligra es por culpa de estos lacayos de los capitales financieros que se apoderaron del Estado para su propio beneficio.

No debemos esperar más, debemos ganar la calle e impedir que se hunda más en la miseria a la mayoría de la población. El aumento de los precios de los alimentos ya impide que la leche y el pan estén en la mesa de los trabajadores y los pobres, es decir, de la mayoría de la población. El aumento de los medicamentos ya impide que los jubilados y el pueblo pobre los puedan comprar. El aumento de los alquileres de la vivienda y de los hoteles y pensiones deja en la calle a cada vez más familias.

¿Por qué debemos esperar? Macri usará los meses que faltan hasta el 10 de diciembre para resguardar los cargos políticos y para posibilitar a los inversores financieros que sigan robando los dólares de nuestro país. En el mientras tanto, se llenarán la boca de politiquería barata, de defensa de los «plazos institucionales» y de «la república», y de aparentar, tirando unas migajas, que ellos son «sensibles» al hambre que sufren los que menos tienen. Pero la realidad es que ya no hay ni comida suficiente ni de valor nutricional para nuestros pibes, y eso no les importa, como nunca le importó a la patronal ni a la burocracia sindical, que ya se acomodó en los sillones del peronismo ganador.

Los de arriba, o sea los monopolios «formadores de precios», de la energía, de los combustibles, de la renta inmobiliaria y rural se ocupan de sus negociados y de salvar sus botines. Los bancos, los fondos de inversión y aseguradoras, las petroleras y mineras, las cerealeras, los ganaderos, los industriales, todos ellos se hicieron un festín de ganancias durante el mandato del macrismo a costa de los precios de los alimentos, de las tarifas, de la obra pública, mientras hundieron el peso, los salarios, las pensiones, la escuela y la salud. Si esperamos cuatro meses más, van a terminar de hundirnos a nosotros y al país.

En las PASO, gracias a la unidad de los de abajo, de todos los que salieron a reclamar y se movilizaron durante estos años, se golpeó muy fuerte al gobierno. Es la hora de dejarlo knockout.

Quienes publicamos PUNTO DE PARTIDA opinamos que los problemas y sufrimientos de los trabajadores y el pueblo pobre no tendrán soluciones de fondo bajo el sistema capitalista; que hay que cambiarlo de raíz e imponer una salida socialista.

Pero defendemos la democracia de los de abajo, que se expresó en las calles y en las urnas, y por eso planteamos que la fórmula Fernández-Fernández debe asumir de manera inmediata e implementar las medidas de emergencia que sus dirigentes han propuesto para frenar la destrucción de la economía de los hogares obreros y populares y de nuestro país:

Desayuno, almuerzo, merienda y cena (Máximo Kirchner).

• Emergencia alimentaria (Daniel Arroyo).

• Medicamentos gratis para los jubilados (Alberto Fernández).

• Aumento del 20% de las jubilaciones –con la última devaluación y la inflación que viene debería ser del 40%– (Alberto Fernández).

• Salario mínimo equivalente a la canasta básica (Héctor Daer a nombre de la CGT).

• La prioridad del gobierno será cubrir la deuda con el pueblo trabajador, no con el FMI (Alberto Fernández).


No perdamos un minuto más, coordinemos en los barrios y en los lugares de trabajo.

Exijamos a las centrales obreras y a los movimientos sociales que convoquen ya mismo a una movilización pacífica unitaria, que ocupe las plazas y calles en todo el país y permanezca todo el tiempo que sea necesario hasta lograr estos objetivos.

¡LOS TRABAJADORES Y EL PUEBLO YA DECIDIMOS!

¡QUE NO GOBIERNEN MÁS NI TRUMP, NI EL FMI, NI MACRI!

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