El último 2 de abril, Trump, con la aplicación de aranceles al mundo, produjo la caída de las bolsas y la pérdida de millones de dólares al pueblo estadounidense
Milei fue el único presidente del mundo que festejó
Creo que las entidades bancarias son más peligrosas para nuestras libertades que todos los ejércitos permanentes. Si el pueblo americano permite un día que los bancos privados controlen su moneda, los bancos privados y todas las entidades que florecerán en torno a ellos, privarán a los ciudadanos de lo que les pertenece, primero por medio de la inflación, y más tarde por la recesión, hasta el día que sus hijos se despertarán sin casa y sin techo, en la tierra que sus padres conquistaron.
Thomas Jefferson, 1802. Autor principal de la Declaración de Independencia de los Estados Unidos en 1776.
Los trabajadores argentinos debemos intensificar la lucha contra el plan de explotación salvaje de Milei y de su pandilla de timberos financieros que practican estrategias para apropiarse de las riquezas producidas por la clase trabajadora. El plan de Milei es respaldado por las instituciones del poder imperialista como el FMI y el Banco Mundial, de conjunto al servicio de una minoría socia de inversores extranjeros, que se enriquece a costa de reducir los llamados “beneficios” sociales, los salarios, las jubilaciones y los ahorros de las masas populares.
A Milei lo vendieron como un producto nuevo, pero aplica el viejo plan de la oligarquía financiera, agraria e industrial. Las crisis monetarias, bancarias y financieras que se sucedieron en la historia económica de la Argentina, colonizada por el capital financiero imperialista, se repitieron bajo el mismo esquema de endeudarse en dólares y de seguir tomando deuda para refinanciar el pago de intereses; una deuda que se agiganta a una velocidad superior a las posibilidades de pago, en una espiral donde la capacidad de crecimiento de las exportaciones nunca alcanza. Los dólares que entran al país por el comercio (dinero público) no se destinan al desarrollo productivo; en su mayor parte constituyen el objeto más preciado de rapiña de esa minoría que se los apropia para obtener más renta (por la vía de subir los precios de las acciones y los bonos) y luego sacar los dólares del país. Una política de absoluta austeridad y saqueo de guante blanco (o sea, se fugan dólares por vía de transacciones bancarias-financieras, creaciones de empresas en paraísos fiscales, operaciones contables, blanqueos, lavado, etcétera).
Trump pretende reindustrializar Estados Unidos obligando al mundo a tributarle
Jeffrey D. Sachs
Trump prometió a la oligarquía yanqui, a ese 3 a 5 por ciento de la sociedad, que les reduciría los impuestos. Eso implica que los déficit comercial y presupuestario de Estados Unidos no los resolverá por la vía de una mayor presión fiscal a los más ricos. Por esa razón, los dueños de los monopolios, las corporaciones financieras y tecnológicas, los principales magnates y capitalistas se ubicaron en los primeros lugares para dirigir la guerra contra las masas trabajadoras estadounidenses y mundiales.
El déficit comercial de Estados Unidos, que se calcula por la diferencia entre lo que exporta (4,8 billones de dólares en bienes y servicios) y lo que importa (5,9 billones), le deja un saldo comercial negativo (-1,1 billones de dólares), al cual se suma el déficit presupuestario de 2 billones de dólares, resulta de recortes de impuestos a los más ricos y del gasto de billones de dólares destinados a las guerras.
El pasado 2 de abril, calificado por Trump como el “Día de la Liberación”, el presidente tiró su primera bomba contra la economía mundial. Bajo la declaración de la emergencia nacional y la calificación de Estados Unidos como “víctima” de los países que se han “aprovechado” de su riqueza, Trump aplicó aranceles a 184 países y territorios que comercian con Estados Unidos[1].
Las empresas estadounidenses se radicaron en Canadá, México y países asiáticos, fundamentalmente en China, para obtener mayor rentabilidad. Por lo tanto, los Estados Unidos importan la producción de las empresas yanquis radicadas en el extranjero. Por ejemplo, General Motors tiene plantas en México y Canadá; los autos y las autopartes que se producen en esos países se importan a Estados Unidos.
Esta decisión, en principio, perjudica a los grandes monopolios de la industria automotriz, tecnológicos y de energía yanquis, pero también al tejido empresarial norteamericano. Como ejemplos, la situación de las empresas de juguetes y de artículos navideños que preveen que no podrán evitar los aumentos de precios (al doble) y tampoco regresar al país su producción, en algunos casos con cuatro décadas fabricando en China.
Cómo fueron calculados y a quiénes perjudican estos aranceles
En principio los más perjudicados son los países pobres. La ex Birmania, Bangladesh, Tailandia, Vietnam, Laos, Camboya, etcétera. Pero también aplicó un importante gravamen a las Islas Malvinas –ocupadas por su aliado inglés) y hasta a Israel, su aliado preferido. Pero, según explica el economista Michael Hudson, el valor disparatado de cada arancel resulta de dividir el monto de déficit comercial de Estados Unidos con un determinado país, por el total del monto de las exportaciones de ese país. Por ejemplo, con Indonesia, Estados Unidos tiene un déficit comercial de U$18.000 millones y el monto obtenido por Indonesia por el total exportable es U$ 28.000 millones, el resultado de la división le da el valor al arancel: 64 por ciento.El déficit comercial que tiene Estados Unidos con la mayoría de los países pobres se produce porque estos últimos le venden lo que pueden, y no tienen recursos suficientes para importar productos o servicios norteamericanos.
La regla impuesta en los aranceles de Trump castiga a los productores y trabajadores para que la oligarquía financiera-rentista monopólica se beneficie con la reducción de impuestos. Mientras les sube los costos a los países pobres que comercian con Estados Unidos, Trump logrará la fuente de recursos que reemplazará el impuesto a la renta que deberían pagar desde Elon Musk, con una riqueza personal valuada en 350.000 millones de dólares, hasta el propio conglomerado inmobiliario-financiero de la familia Trump.
Trump también amenaza con castigar a los países que busquen alternativas al dólar para comerciar, para la actividad financiera o para las reservas en sus respectivos Bancos Centrales. Y estaría previsto un arancel financiero para los países que inviertan en bonos, acciones o valores del Tesoro norteamericano. El Estados Unidos de Trump busca que la humanidad en su totalidad le tribute para que la oligarquía financiera, rentística y monopólica imperialista quede exenta de hacerlo. En definitiva, castiga con aranceles el trabajo y la producción mundiales para que el capital financiero imperialista se apropie del superávit comercial y, a la vez, el Estado financie su defensa militar.
El plan de aranceles del gobierno de Trump aumentará la inflación dentro de los Estados Unidos. No son buenas noticias para los trabajadores norteamericanos ya castigados por las deudas por servicios de salud, de educación o de hipotecas para vivienda: el 90% de la población está en deuda con el 10% de los dueños de esa deuda, que son los bancos y el capital financiero beneficiados por el recorte de impuestos. Al aumento del costo de vida se suma la pérdida de millones de millones de valores de capital provocado por el hundimiento de las bolsas, donde la mayoría de la población norteamericana busca refugio para defender sus ahorros y pensiones.
La respuesta de las masas norteamericanas no se hizo esperar: en las principales ciudades de Estados Unidos se realizaron multitudinarias movilizaciones y actos contra el gobierno del magnate Trump, que se repetirán con el correr de los días.
Wall Street le dobló el brazo a Trump
En la actualidad, el mundo está dominado por los negocios financieros, donde los principales planificadores de la economía están formados en escuelas donde se consideran a las empresas y a países enteros como vehículos para producir ganancias financieras. De donde salen personajes como el actual ministro Caputo, que además de enriquecerse en esa timba, están al servicio total del poder financiero imperialista y, de paso, también de los oligarcas argentinos metidos hasta el cogote en esa especulación, que se llevan sus dólares al exterior.Este imperialismo, en ese sentido, tiene aspectos similares al de sus inicios en las primeras décadas del siglo XX, cuando los viejos países imperialistas frenaban su impulso productivo. En la Inglaterra de aquella época, “una cantidad cada día mayor de tierra era expropiada a la actividad productiva” para dedicarla al deporte para la diversión de los ricos (cacerías y carreras de caballos). El “parasitismo” imperialista norteamericano de hoy produce magnates inmobiliarios como Trump, con extensas propiedades de tierras dedicadas a la actividad inmobiliaria-rentística en complejos de lujo que combinan descanso, diversión y de campos de golf. A la vez, en el otro extremo, crece significativamente el número de norteamericanos desposeídos, marginados, con hipotecas impagables, sin techo, que deben vivir en las calles con carpas, casas rodantes o remolques.
Y el mandamás económico de Estados Unidos es Wall Street, la bolsa de valores más grande del planeta, un verdadero casino en el que se apuesta con acciones, bonos, seguros, etcétera. Es el centro mundial de la timba financiera, repleto de papeles cuya cotización no tiene nada que ver con la economía real; por ejemplo, acciones de empresas con un valor muy inflado, porque las empresas recompran sus propias acciones para que coticen mucho más alto que sus verdaderos capitales reales, como personal contratado, plantas fabriles, maquinarias y propiedades.
Cuando Trump armó el despelote mundial con sus primeros anuncios de duros aranceles para casi todos los países, hubo un desmoronamiento de Wall Street y las demás bolsas del mundo. Eso provocó que el capital financiero tuviera pérdidas enormes, y entonces Wall Street le ordenó que parara la corrida. Por eso empezó a recular en chancletas, suspendiendo sus medidas para “negociar país por país”. Está claro que Wall Sreet es el verdadero poder en Estados Unidos.
Eso no quiere decir que haya abandonado su guerra contra los trabajadores del mundo entero y los países a los cuales les quiere cobrar tributos, como si fuese un señor feudal, sino que quiere negociar todo lo que les pueda sacar en plata y recursos naturales.
Con quien hasta ahora no parece dispuesto a negociar nada es con China, que es el gran competidor de los yanquis en bienes, servicios y tecnología.
Milei traicionó gratis a la Argentina una vez más, y se ganó el oro por su cipayismo
El 2 de abril, el día que Trump impuso aranceles al mundo rompiendo las normas vigentes en el mercado mundial, en la Argentina se celebra el día de la Soberanía por Malvinas. El presidente Milei, servil de Estados Unidos y de las potencias imperialistas, encabezó el homenaje a los héroes de la guerra contra la usurpación de una parte del territorio y de espacios marítimos, con un discurso absolutamente cipayo dándoles la razón a los ingleses y también rompiendo con la posición asumida por la Argentina en la disputa de soberanía contra el Reino Unido.Ese mismo día, Milei viajó con el ministro de Economía a Miami, en medio de jornadas difíciles en la economía y esperando el respaldo de un nuevo préstamo del FMI. Pero ese viaje solo fue para asistir a un evento de casta (evangélicos y personajes de la política ultraconservadora), codearse con “la crema” trumpista y ser galardonado, evento realizado en el complejo de ocho hectáreas propiedad de Trump en Florida.
Se esperaba un encuentro de Milei con Trump, que no sucedió, porque el presidente de Estados Unidos, en el día del anuncio de los aranceles al mundo, tenía otros planes: eligió cenar con jugadores de golf internacional, interesado en los negocios de un deporte que concentra billones de dólares y cuyas figuras son las mejor pagadas del negocio deportivo, y en el cual, además, el capital árabe comenzó a pisar fuerte.
Y Milei, que tiene un retrato de Margaret Margaret Thatcher en su despacho presidencial, frente a la cuestión Malvinas no tuvo límites para arrastrarse gratis, sin obtener siquiera su deseada foto con Trump, a lamerle las botas al imperialismo inglés que las ocupa militarmente.
[1]. Trump había culpado a los inmigrantes
–fundamentalmente latinos– de los males que sufre la clase obrera
norteamericana; en particular, los trabajadores que conforman la clase obrera
blanca, que pierden empleos en forma creciente desde 50 años atrás. Pero los
verdaderos responsables, los monopolios financieros-industriales, son los que
reubicaron sus plantas y filiales en Canadá, México y luego en China, “el mayor
depósito potencial que jamás haya conocido el mundo”, para obtener mayor
rentabilidad a base de la superexplotación de mano de obra.
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