¡El mundo está hecho bolsa!

¡El mundo está hecho bolsa!

Pedro Cahn, médico infectólogo, 15/03, Clarín

Si la pandemia avanza con esta velocidad en las potencias más ricas para el mundo desarrollado, el pronóstico para los países pobres no puede ser alentador. En nuestro continente quizá solo nos beneficie la distancia de los focos de la epidemia, pero el problema estructural de los límites que imponen fronteras nacionales, la propiedad privada y la explotación de mano de obra, es común a todos, a la economía capitalista mundial, exarcebado cuando las economías son semidesarrolladas y pobres como las nuestras.

Mike Davis[1] refiere a experiencias en el mundo, donde el impacto de los virus ha diferido radicalmente en países pobres y entre grupos de pobreza aguda. Él da como ejemplo la gripe española de 1918-1919, donde en general no se recuerda que el 60% de la mortalidad se produjo en la parte occidental de la India Británica, por la combinación de una grave sequía, exportaciones de granos a Gran Bretaña (con prácticas confiscatorias) que llevó a millones de personas pobres al borde de la inanición, y terminaron muriendo «víctimas de una siniestra sinergia de malnutrición, que eliminó su respuesta inmune a la infección, y una neumonía bacteriana y virósica...». Otra situación similar se vivió en Irán, que perdió la quinta parte de su población.

Está claro entonces la responsabilidad que nos compete al conjunto de los trabajadores y masas populares. Nuestra actitud no puede ser indiferente o de expectación.

En primer lugar porque desde hace mucho tiempo las potencias imperialistas en particular los Estados Unidos tratan de implantar gobiernos dóciles en América latina y el Caribe que secunden sus planes de aplastar las luchas del movimiento obrero en todos lados, recuperar aquellos países que han escapado a su control y dominar a fondo para satisfacer sus necesidades de mayores mercados, de recursos naturales y financieros, y de nuevas fuentes de inversión para sus capitales. Y como dice Davis ante el COVID-19 «la única certeza es que los países ricos y las clases pudientes se centrarán en salvarse a sí mismos en detrimento de la solidaridad internacional y la ayuda médica».

En segundo lugar porque debemos fortalecer nuestra organización independiente de clase, con nuestros compañeros de trabajo o del barrio, para garantizar que las indicaciones de la ciencia y de los médicos sobre cómo frenar los contagios y la propagación del virus se cumplan. Y se cumplan con un número mínimo de muertes. No con el exterminio de nuestros abuelos. Debemos asumir la responsabilidad y tomar en nuestras manos el cuidado de la familia y de los compañeros de trabajo.

En los sitios más sensibles que se respeten las condiciones de salubridad: de los trabajadores de la salud en primer lugar, de los servicios (limpieza, mantenimiento, choferes), también las condiciones de salubridad de los medios de transporte público.

Nuestra función debe contemplar la exigencia a los municipios para que intensifiquen las desinfecciones y limpiezas de las calles y parques, la provisión de equipamiento de protección, y que también garanticen las inspecciones a los supermercados y de todo tipo de comercios de alimentos, de farmacias, para que cumplan con las medidas recomendadas de higiene, precios y de abastecimiento. Deberemos también organizarnos para ejercer el control nosotros.

En América latina, los trabajadores pueden contar con las organizaciones sindicales y organismos creados al fragor de las luchas como en Ecuador, Chile y Colombia. Cualquiera y todas juntas, deberían cumplir con su papel de vanguardia para esta pelea contra el virus, y para preparar a las organizaciones en la nueva situación económica que se abrirá después, ahora debemos discutir y exigir a los gobiernos medidas de fondo:

-Se necesitan recursos, el pago de la deuda externa, y el famoso control del déficit ha llevado a que países como Italia no le queden recursos para afrontar emergencias de salud. Llegó el momento de terminar las negociaciones y los regateos, en la emergencia solo importa destinar los fondos públicos a paliar la emergencia sanitaria y económica de los más necesitados y de la clase obrera. La emergencia debe contar con medidas acordes a la severidad de la situación, dejar de pagar la deuda externa deberá ser la primera.

-El Estado debe exigir a las patronales que garanticen el pago de la totalidad de los salarios a toda la masa trabajadora aunque no cumpla con las horas habituales de trabajo.

-El Estado debe confiscar y destinar edificios o emprendimientos turísticos (que en el Caribe superabundan) y prepararlos para la atención hospitalaria de enfermos del coronavirus. El crecimiento sostenido de la industria turística posibilita contar con esos recursos edilicios y de equipamiento (camas y sábanas, toallas, movilidad, y personal para el servicio de comida y limpieza como soporte necesario de los equipos de salud). Hay ejemplos: Cristiano Ronaldo ha dispuesto que los hoteles de su propiedad se destinen a la población infectada. En Francia, ya se decidió el uso de la capacidad hotelera y de los taxis para el servicio de ambulancia y traslado. En Argentina, la CGT también pondría a disposición los hoteles sindicales que tiene diseminados por todo el país, además de las clínicas de sus obras sociales.

-El Estado deberá destinar recursos al sistema educativo, para que en todas circunstancias hasta las más graves de aislamiento, se proteja sin romper la rutina de estudio a los niños y adoslescentes. Se tengan en cuentan, las condiciones sanitarias de sus hogares, del barrio y de la provisión de alimentos. En Argentina, el ministro de Educación dispuso que durante el lapso que estén sin clases los alumnos, los comedores y la entrega de viandas de comidas seguirán funcionando. Con rotaciones los docentes organizarán esa tarea desde la escuela y deberían también organizar las acciones que ellos consideren necesarias sumar.

-El Estado puede confiscar durante la emergencia, los canales de televisión y los medios de comunicación necesarios, como la radio o los medios gráficos para contar con el personal y los medios técnicos de mayor difusión a fin de garantizar una información planificada por los equipos de científicos en el día a día. No librados a la competencia y al ranking lo cual conduce a la sobresaturación. Desde el Estado se debería ejercer la dirección de los medios para cumplir con el servicio educativo y de entretenimiento de los más chicos, o del entretenimiento y cuidado para los adultos mayores.

-Los Estados deberían implementar en nuestras economías arrasadas como es el caso de Argentina, y de varios de los países de America latina y el Caribe, de un impuesto adicional a las grandes riquezas, a los grandes propietarios y terratenientes, para crear un fondo al servicio exclusivo de la pandemia.

-En países como Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay con cantidades importantes de exportaciones de carne y de cereales, rubro de la economía muy redituable, el Estado también debería confiscar la producción necesaria que garantice la alimentación de los más pobres.

-El Estado debería multar severamente con millones de dólares a los servicios de de comunicación que emitan noticias falsas o generen pánico, lo cual también serviría para el fondo financiero al servicio de la pandemia.

-El Estado debería prohibir la suba de tarifas de los servicios públicos y de los servicios de comunicación, teléfonos, televisión e internet.

-El Estado debería expropiar las propiedades inmobiliarias especulativas, vacías, para dar techo y seguridad a los ciudadanos en situación de calle. Los trabajadores deberíamos designar compañeros comisarios que hagan cumplir estas medidas en nuestros barrios.

-El Estado debería intervenir a los formadores de precios y nacionalizar el comercio exterior para impedir que suban los precios o exista acaparamiento y para destinar los ingresos a enfrentar la pandemia. 


Es lucha de clases mediada por la pandemia. Si los trabajadores no intervenimos y nos sumamos a la acción de científicos, médicos y asistentes sanitarios, los muertos solo los vamos a poner los más vulnerables: los excluidos por el sistema, los obreros y la clase media empobrecida.

Ante el peligro generado por la pandemia, hasta el FMI y el Banco Mundial pregonan una amplia distribución de la riqueza. Se ven otra amenaza inmediata de insurrecciones en todo el mundo y en ese caso solo la obtención de una vacuna no alcanzaría a cubrir los derechos perdidos, ni siquiera los obtenidos durante la vigencia del «Estado de Bienestar».

Hasta ahora, la democracia mordió con sus dientes afilados en varios países del Cono Sur, como en Chile reprimiendo salvajemente, en Bolivia con el golpe militar contra Morales, pero no es todo, las clases dominantes tienen varias cartas para jugar y también desarrollan movimientos fascistas, paramilitares como en Colombia, u otras variantes como ya conocimos en nuestro continente, lo necesario para enfrentar una sublevación obrera y popular, y para reemplazar la decadente democracia liberal.




[1] COVID-19: el monstruo llama a la puerta, Mike Davis, 16 de marzo de 2020, Estados Unidos, Rebelión. Fuentes: HaymarketBooks - Viento Sur



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