Alberto dijo que una ínfima minoría de empresarios son unos miserables, se cagan en todo: aumentan los precios y no pagan o despiden a sus obreros. También dijo que no lo va permitir y que va a ser duro con ellos. Estaría muy bien que lo hiciera, pero no lo hace.
A cada rato los empresarios violan los decretos del gobierno que prohíben los aumentos de precios y los despidos, suspensiones y bajas salariales:
• Techint despidió 1.500 compañeros.
• Ledesma, el principal fabricante de alcohol, aumentó los precios.
• Los supermercados aumentan los precios.
• LATAM quiere bajar o directamente no pagar los salarios.
• McDonald’s y Burger King baja los salarios.
• Garbarino baja los salarios.
• La Cámara de Autopartistas (AFAC) pretende suspender durante tres meses a los compañeros de SMATA, la UOM y del Plástico pagándoles al 50% del salario.
• Etcétera, etcétera, etcétera.
Pero:
¿Qué hace el gobierno con el aumento de los alimentos?
Hace un buen tiempo que está investigando las “cadenas de valor”. Esa “investigación” la puede hacer en dos días porque basta con comparar facturas: ¿a qué precios venden los productores de materias primas?, ¿a qué precios venden los alimentos las grandes empresas que los fabrican?, ¿a qué precios los venden los mayoristas y los supermercados? Pero mientras seguimos esperando que se corte el afano con los alimentos, los empresarios los siguen aumentando. El gobierno ladra pero no muerde.
¿Qué hace el gobierno con los despidos, las suspensiones y la baja de los salarios?
La empresa Dánica, a la que le estaba yendo tan bien que quería aumentar la producción, exigió a los trabajadores de su planta de Llavallol que hicieran horas extra. Los trabajadores reclamaron aumentos de salarios; la empresa se negó y los compañeros iniciaron un quite de colaboración; tenían todo el derecho laboral a su favor porque el patrón no puede obligar al empleado a hacer horas extras. La patronal respondió cerrando la planta y dejando en la calle a150 compañeros, con este argumento: “como consecuencia de costos laborales excesivos que la firma no puede afrontar, y por efecto de un dilatado conflicto gremial que no encuentra cauce, se ve obligada a cesar operaciones”, y convocó a los trabajadores a retomar negociaciones “para encontrar condiciones de sustentabilidad que permitan reanudar la fabricación”. En otras palabras: o haces horas extras en mis condiciones o seguís en la calle. El Ministerio de Trabajo bonaerense dijo que el cierre era “una falta grave”, y Kicillof amenazó con multar a la empresa. Amenazar con multas no sirve para nada, es ladrar pero no morder.
¡Basta de ladrar, hay que empezar a morder!
Mientras no se hace nada para parar en seco los atropellos patronales, la política del gobierno es beneficiar económicamente con plata del Estado a los que suben los precios y a los que suspenden, despiden y bajan los salarios. A ellos se les permite que no paguen sus aportes a la seguridad social (menos recursos para el ANSES), se les financia parte de los salarios, etcétera (y encima piden que les bajen los impuestos). Pero el impuesto a las ganancias que deben pagar los laburantes con sueldos “altos” y el IVA que debemos pagar todos siguen vivitos y coleando.
El gorilaje de Cambiemos sale a cacerolear pidiendo que les bajen los sueldos a unos cuantos políticos y funcionarios, pero no cacerolea para exigir que les saquen una buena tajada a las ganancias a los grandes empresarios, que son mil veces más altas que la suma de todos los sueldos de políticos y funcionarios. Tampoco cacerolean para denunciar que las empresas que desobedecen a los decretos de Fernández están violando la ley.
Violan el decreto que prohíbe los despidos y las suspensiones, y no pasa nada.
Violan el decreto que obliga a pagar los sueldos en tiempo y forma, y no pasa nada.
Violan el decreto que prohíbe aumentar los precios, y no pasa nada.
A cada rato los empresarios violan los decretos del gobierno que prohíben los aumentos de precios y los despidos, suspensiones y bajas salariales:
• Techint despidió 1.500 compañeros.
• Ledesma, el principal fabricante de alcohol, aumentó los precios.
• Los supermercados aumentan los precios.
• LATAM quiere bajar o directamente no pagar los salarios.
• McDonald’s y Burger King baja los salarios.
• Garbarino baja los salarios.
• La Cámara de Autopartistas (AFAC) pretende suspender durante tres meses a los compañeros de SMATA, la UOM y del Plástico pagándoles al 50% del salario.
• Etcétera, etcétera, etcétera.
Pero:
¿Qué hace el gobierno con el aumento de los alimentos?
Hace un buen tiempo que está investigando las “cadenas de valor”. Esa “investigación” la puede hacer en dos días porque basta con comparar facturas: ¿a qué precios venden los productores de materias primas?, ¿a qué precios venden los alimentos las grandes empresas que los fabrican?, ¿a qué precios los venden los mayoristas y los supermercados? Pero mientras seguimos esperando que se corte el afano con los alimentos, los empresarios los siguen aumentando. El gobierno ladra pero no muerde.
¿Qué hace el gobierno con los despidos, las suspensiones y la baja de los salarios?
La empresa Dánica, a la que le estaba yendo tan bien que quería aumentar la producción, exigió a los trabajadores de su planta de Llavallol que hicieran horas extra. Los trabajadores reclamaron aumentos de salarios; la empresa se negó y los compañeros iniciaron un quite de colaboración; tenían todo el derecho laboral a su favor porque el patrón no puede obligar al empleado a hacer horas extras. La patronal respondió cerrando la planta y dejando en la calle a150 compañeros, con este argumento: “como consecuencia de costos laborales excesivos que la firma no puede afrontar, y por efecto de un dilatado conflicto gremial que no encuentra cauce, se ve obligada a cesar operaciones”, y convocó a los trabajadores a retomar negociaciones “para encontrar condiciones de sustentabilidad que permitan reanudar la fabricación”. En otras palabras: o haces horas extras en mis condiciones o seguís en la calle. El Ministerio de Trabajo bonaerense dijo que el cierre era “una falta grave”, y Kicillof amenazó con multar a la empresa. Amenazar con multas no sirve para nada, es ladrar pero no morder.
¡Basta de ladrar, hay que empezar a morder!
Mientras no se hace nada para parar en seco los atropellos patronales, la política del gobierno es beneficiar económicamente con plata del Estado a los que suben los precios y a los que suspenden, despiden y bajan los salarios. A ellos se les permite que no paguen sus aportes a la seguridad social (menos recursos para el ANSES), se les financia parte de los salarios, etcétera (y encima piden que les bajen los impuestos). Pero el impuesto a las ganancias que deben pagar los laburantes con sueldos “altos” y el IVA que debemos pagar todos siguen vivitos y coleando.
El gorilaje de Cambiemos sale a cacerolear pidiendo que les bajen los sueldos a unos cuantos políticos y funcionarios, pero no cacerolea para exigir que les saquen una buena tajada a las ganancias a los grandes empresarios, que son mil veces más altas que la suma de todos los sueldos de políticos y funcionarios. Tampoco cacerolean para denunciar que las empresas que desobedecen a los decretos de Fernández están violando la ley.
Violan el decreto que prohíbe los despidos y las suspensiones, y no pasa nada.
Violan el decreto que obliga a pagar los sueldos en tiempo y forma, y no pasa nada.
Violan el decreto que prohíbe aumentar los precios, y no pasa nada.
No alcanza con multas si se violan las leyes. Estamos en una situación excepcional, donde todo es de vida o muerte, es comer o no comer. Al que viola la ley hay que sacarle la empresa y ponerla al servicio de las necesidades de la población. “Morder” quiere decir aplicarles ya mismo a esas empresas esta medida: por “razones de utilidad pública” tienen que pasar a manos del Estado sin un mango de indemnización (bastante ganaron violando la ley), y poner todo su potencial al servicio del país y su salud. Y además, para que todos los patrones se enteren de lo que les puede pasar si hacen lo mismo, hay que meter en cana a los directorios y grandes accionistas de esas empresas.
El presidente les ladra a los patrones pero no los muerde, y a los trabajadores nos sobran las promesas, pero pocas se hacen efectivas. Para peor, si cualquier joven no está cerca de su casa y no tiene permiso para circular se puede ligar la cárcel. Si un plomero no tiene permiso, y sale para atender una emergencia y lo encuentran en su camioneta circulando lejos de su casa también puede ser detenido y le retienen el auto. Está mal no respetar la cuarentena y mantener las reglas para cuidarse, pero una cosa es reprimir a los que la rompen para hacer fiestas o escaparse a la costa o a los countrys, y otra cosa es reprimir a la población trabajadora que la rompe para poder alimentar a su familia.
¿Quién paga la crisis los obreros o los patrones?
En nuestro país se está planificando el futuro y quién pagará los platos rotos. Cuando se termine la batalla contra el virus quedará una economía más hecha pelota de lo que estaba, y los empresarios llorarán lágrimas de cocodrilo para justificar despidos, contratos basura, flexibilización de prepo y baja de salarios.
Los trabajadores de Dánica pudieron tomar medidas de fuerza porque estaban trabajando y tuvieron el apoyo del sindicato de Aceiteros. Pero la mayor parte de la clase obrera está encerrada en la casa, y los trabajadores de la salud, los choferes de colectivos, de ambulancias y de transporte de alimentos, los compañeros que levantan la basura y de otros servicios esenciales no van aplicar medidas de fuerza porque saben que sería atentar contra la salud de toda la población.
Estemos o no trabajando no podemos esperar nada de nuestros sindicalistas, que están en cuarentena desde hace mucho tiempo y que nos han dividido al máximo por gremio: por un lado, los pocos que tienen fuerza para obtener algún aumento o al menos defender lo que venían ganando, y el resto que se joda. Aunque no sepamos cómo, hay que prepararse desde abajo para esta pelea en la empresa, en el gremio y en el barrio.
14/04/2020
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