“Si le pagás
(a los trabajadores) el 100% (del salario), lo va a ahorrar. Y en realidad, si
le bajas el sueldo hoy, que no se transporta, no sale a la calle, no va al
cine, tiene menos gastos. Si el Estado bajara los sueldos, que lo debería
hacer, el problema fiscal no sería grande.”
Gabriel Rubinstein, economista y
vocero
de la lacra financiera-patronal
argentina.
Para la
patronal no hay pandemia, sino parate total de la economía
No hablan de pandemia, no es lo que les
preocupa, tanto ellos como sus familias pueden resguardarse y seguir con su
actividad, transacciones financieras, proyecciones económicas y
fundamentalmente presiones diarias al gobierno, usando, de paso, la mano de
obra desocupada de Cambiemos.
No quieren
pagar los costos de la cuarentena, que significa garantizar el salario de los
trabajadores mientras no puedan producir
En la reciente carta jugada hacia el futuro,
proponen una baja del salario del 30%. El argumento: “la gente destina su sueldo
para ahorrar” porque tiene menos en qué gastar. Como vemos la patronal no se
relaja nunca, no están frente a las pantallas jugando a la play con sus niños,
sino que están al acecho de dónde sacar plata. Ellos saben muy bien cuáles son los
bolsillos más próximos: aunque sean las últimas migajas del salario del
trabajador, “nos quedamos con el 30%”, y el resto o sea el 70% que lo pague el
Estado.
Cómo razonan: ellos son
los dueños de los medios de producción, y si el gobierno pretende defender el
aparato productivo nacional, para que siga intacto después de la pandemia,
deberá hacerse cargo de los costos. Pretenden que el Estado les dé dinero para
pagar los salarios, además del capital necesario para volver a producir. Exigen
créditos a tasa 0 y todas las condiciones necesarias al gobierno, haciéndolo
responsable del parate por haber decretado la cuarentena.
Esta es una
crisis más profunda que la del 2001, argumentan los voceros del gran capital
Porque en esta oportunidad es el Estado quien
decide parar la economía. Para ellos si el gobierno quiere salvardel COVID-19 a
“su gente”, a “sus negros peronistas”, debe resarcir a los empresarios, blancos
y multimillonarios, que tienen sus ahorros bien guardados en el exterior. ¿Por qué
se van a endeudar si la decisión de que la mano de obra deje de producir y se
quede en su casa descansando con su familia la tomó Fernández?
No hay que
tenerle miedo a la emisión monetaria
Durante estos últimos años, más bien décadas,
la derecha liberal, el FMI y el imperialismo hicieron propaganda de que lo que
no debe hacer un Estado es de emitir dinero para solventar los gastos, más
todavía en países con una economía dependiente como Argentina (siempre con
deudas externas insostenibles).
Fogonearon una propaganda sistemática en
contra de la emisión monetaria, una
propaganda hecha a medida de la pérdida creciente de los derechos sociales del
conjunto de los trabajadores. Con ese argumento, entre otros, se favoreció el
achicamiento de los llamados “gastos”, o sea: se destruyó un sistema nacional
de salud pública, desvastado durante décadas en beneficio del negocio de los
servicios privados de medicina, también se redujo el pago de un seguro nacional
para el desocupado por el crecimiento del trabajo informal, se terminó con el
sistema nacional de educación pública con la provincialización, y también se
pretendió liquidar el sistema de jubilaciones.
La expresión popular que usaron muchos fue que
no se debía “poner a funcionar la máquina de hacer billetes”, y lo explicaban
con expresiones casi hogareñas: “El Estado tiene que actuar como en una
familia, que no gasta lo que no gana, lo que no tiene”.
En pocas palabras, la patronal se negaba a pagar
impuestos porque “su dinero” se destinaba a jubilaciones, seguros de desempleo,
diferentes planes sociales, etcétera.
El objetivo cada vez más manifiesto de la
clase dominante parasitaria (empresarial y financiera) es lograr que cada
trabajador con su salario se haga cargo de la escuela privada de sus hijos, que
en su familia también la mujer trabaje afuera y con dos salarios logren pagar
un alquiler, los servicios y la comida, los gastos de salud, y que trabajen
cada vez más años así se reduce el período del cobro de la jubilación. O sea,
se trasladó todo el mal llamado “gasto social” del Estado al salario del
trabajador. Así redujeron los aportes patronales y los impuestos de los
empresarios al Estado, pero mantuvieron el IVA para que todos aportemos cuando
consumimos. Dentro de este esquema pierden siempre los que viven de su salario.
Ahora, en esta crisis sanitaria, y económica,
la patronal reclama la emisión monetaria. ¿Para qué? Para apropiarse de esos
fondos.
El mismo mecanismo se usó para “salvar las
finanzas mundiales” en la gran crisis de 2008-2009: los Estados destinaron
fondos públicos a la gran banca mundial, porque amenazó con un quiebre y cierre
de entidades en todo el mundo, y también a grandes compañías como la General
Motors, después vino la destrucción de los sistemas de salud en las principales
potencias imperialistas, las impagables deudas externas de los griegos,
italianos, españoles, todo a costa de salvar a la oligarquía financiera
mundial.
El mismo mecanismo que bajo cuerda se fue consolidando
desde la década de los 90 en nuestro país: obtener negociados con el Estado vía
el pago de coimas, convertir las deudas privadas (de sus empresas) en deuda pública
de la noche a la mañana, obtener un sistema de licitaciones truchas que siempre
favorezca a las mismas corporaciones, no solo en la obra pública, también en el
negocio del transporte, el peaje, la electricidad, el gas y el petróleo, las
minas; en definitiva, un sistema que permitió hacer grandes negociados con los
servicios escenciales y de paso vender el país al capital extranjero.
¿Por qué iban a dejar de hacer negocios con
la pandemia? Si el Estado pone a funcionar la maquinita de billetes, la
patronal y la oligarquía financiera se ubica en primer lugar de la cola para recibir
esos fondos públicos. Esa pelea está en curso.
Con la pandemia pretenden hacer negocio: no
quieren no perder o ganar menos, quieren ganar más. La gran patronal, que se
llevó millones de dólares al exterior cuando supo que el macrismo no sería
reelegido, ahora busca hacer negocios redituables con la pandemia… mientras sus
niños juegan con la play en sus departamentos de cientos de metros cuadrados o corren
alegremente en los amplios jardines de su country.
La pelea es por los fondos del Estado. Mientras
el gobierno de Fernández emite pesos para subsidios de todo tipo, bonos,
bolsones de alimentos, hospitales de campaña, insumos médicos y ayudas, del
otro lado la clase patronal pretende quedarse con esa plata, y un sector ya se apropia
de parte de ese dinero vía el alza de los precios de los alimentos y de los
productos de primera necesidad que la población consume. Pero como no
participan directamente de esa torta, los bancos y los sectores financieros, y sectores
de la industria y del comercio (electrodomésticos, textiles) quieren también
quedarse con algo.
Todos saben que se viene una crisis económica
que promete ser desvastadora (anuncian una depresión económica mundial más
grave que la de 1930), que ya asoma con todo tipo de amenazas. Como ya ocurre
en Estados Unidos, donde solo en las dos últimas semanas de marzo fueron
despedidos 10 millones de trabajadores, en todo el mundo se van a perder
millones de puestos de trabajo.
Nos exige estar atentos, coordinados,
comunicados, y donde sea posible también organizados.
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