La burguesía contra la cuarentena, sin trabajadores no hay producción y sin producción no hay ganancias

Karl Marx
Tesis sobre Feuerbach
Las ideas dominantes no son otra cosa que la expresión ideal de las relaciones materiales dominantes, las mismas relaciones dominantes concebidas como ideas; por tanto, las relaciones que hacen de una determinada clase la clase dominante, o sea, las ideas de su dominación.
Karl Marx y F. Engels
La clase dominante y la conciencia dominante.
Los obreros cambian su mercancía, la fuerza de trabajo, por la mercancía del capitalista, el dinero y este cambio se realiza guardando una determinada proporción: tanto dinero por tantas horas de uso de la fuerza de trabajo.
Karl Marx
Trabajo asalariado y capital
La pandemia ha desnudado la gran debilidad de los capitalistas: lo único que poseen es dinero. Con el dinero compran fuerza de trabajo, para levantar un galpón, para comprar máquinas, para comprar insumos para producir; con el dinero pagan a escritores, periodistas y profesionales que justifican su existencia como necesaria e irremplazable, financian partidos políticos y sectas religiosas; con el dinero pagan una larga lista de servicios públicos que los protegen y los benefician.
Pero lo que no pueden hacer es producir con sus propias manos la cantidad de mercancías que producen los obreros. Para eso necesitan la fuerza de trabajo asalariado de modo constante y programado. Cuando realizan la venta de las mercancías que producen los trabajadores realizan la plusvalía, el trabajo del obrero que no pagan y se queda en sus bolsillos.

Parte de la plusvalía se reparte a los burgueses no industriales, comercio y transporte por ejemplo, de modo que no genere enemigos innecesarios, y al Estado que consagra y defiende su propiedad por sobre todos los principios, derechos y garantías. Los trabajadores sabemos de qué modo las fuerzas de seguridad golpean, gasean o masacran a los trabajadores que cuestionan la propiedad burguesa cada vez que ocupamos una empresa.
Como no pueden reemplazar a los trabajadores, la pandemia ha hundido la economía mundial a un promedio de 12% en los países imperialistas. Los trabajadores no producen ni consumen, como si fuera una huelga mundial no programada que es respondida con despidos en todo el planeta, lo que profundiza la recesión mundial.
Toda la campaña contra la cuarentena se asienta en la incapacidad de la burguesía para generar riqueza por sí misma. Recordemos que la ofensiva contra los trabajadores y sus condiciones de trabajo y de vida se confrontan con la concentración de riqueza y el mantenimiento artificial de amplios sectores de clase media que son mantenidos por políticas del Estado burgués. Y es una ofensiva que arranca desde la restauración capitalista en los estados obreros, que pegó un salto en 2008 con la crisis desatada por el fraude de las hipotecas basura y que al momento de confirmarse la pandemia tenía a EEUU enfrentado con China y con la Unión Europea por la política de salvarse solo que sostiene Donald Trump.
Es cierto que los trabajadores en este sistema económico vivimos para trabajar y que la cuarentena evita la muerte por falta de asistencia médica, pero hay millones que viven al día que no pueden sobrevivir si no hacen la diaria. Y hay miles que han sido suspendidos o despedidos durante este periodo a pesar de la legislación de emergencia que los prohíben. Sin embargo, el riesgo más grave es la obligación de ir a trabajar sin las mínimas condiciones de higiene. El más trágico ejemplo es el ingenio Ledesma, de la familia Blaquier, que ha generado 9 muertos y 300 infectados porque se niega a reducir la cantidad de mano de obra en su establecimiento.
Además de las penas que genera el aislamiento, de esta desesperada campaña burguesa contra la cuarentena que muestra la incapacidad de los sectores dominantes para generar riqueza, a pesar incluso de la propaganda permanente de los medios de comunicación concentrados y de la irresponsabilidad de la derecha política (PRO, UCR, Carrió, Milei) para que los trabajadores se expongan a la enfermedad sin cura, también podemos sacar la conclusión de que no necesitamos que nos exploten unas cuantas familias para producir, distribuir y consumir de un modo racional.
Somos los trabajadores, la clase obrera y sus aliados, los que tenemos la obligación de cuidarnos, pero a la vez la obligación de pensar en la posición de fuerza que nos da el número para demandar nuestras necesidades y organizarnos para evitar que a la salida de la pandemia la burguesía nos haga recuperar sus pérdidas pagándonos 2 pesos. Para eso, lo primero es romper con la idea de la pobreza histórica y del papel imprescindible del capital y los burgueses que lo encarnan. Todos los que quieren mantener y profundizar los males del capitalismo nos machacan la cabeza con esa idea.

Los capitalistas vienen demostrando que están dispuestos a dejarnos morir y a impulsar movilizaciones fascistas, antiobreras y antiderechos, para imponer un retroceso cultural, superexplotar a millones y excluir a otros millones. Contra esa política no se puede discutir, contra esa política, que ya tiene miles de militantes, debemos prepararnos para un enfrentamiento físico inevitable.
El gobierno de Alberto Fernández sostiene la idea de la unidad nacional, es decir, la unidad de los trabajadores con sus explotadores, para sacar al país de la crisis que dejó el gobierno de Macri que gobernó despóticamente a favor de los explotadores que fugaron millones dólares, cerraron 25000 pymes y desemplearon medio millón de trabajadores.
Nosotros, socialistas revolucionarios, confiamos en la acción independiente de los trabajadores para superar todas las trabas que obstruyen la posibilidad de una vida sin necesidades básicas insatisfechas, de trabajo para todos y un presente solidario, sin explotadores ni burócratas.
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