… a todos los integrantes del Frente de Todos, desde la rama llamada progresista, la garantista, la solidaria, la legalista, la populista, hasta la rama más conservadora. Juntas y unidas se han manifestado y actuado contra la ocupación de terrenos y en defensa de la «propiedad privada» de los grandes estancieros y de los empresarios dueños de la especulación inmobiliaria.
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Ministro Berni dirigiendo el desalojo de Guernica |
El peronismo en la mayoría de sus ramas actuales gobierna el país y la inmensa provincia de Buenos Aires (con uno de los índices más altos de pobreza de la Argentina), también dirige los sindicatos, la CGT y las CTA. En el Congreso integran, en un amplio número, los cargos de legisladores en ambas cámaras, además de los abogados y representantes del «derecho», que garantizan un Poder Judicial independiente pero no tanto, pero entonces nos preguntamos ¿todo este costoso aparato institucional en manos de un frente que se autodenominó «nacional y popular» garantiza la democracia plena, o solo sirve para someter a las mayorías a los intereses —vía burócratas a sueldo— de una pequeña minoría con poder económico, político y hasta represivo?
Juntas todas las ramas que hoy integran el gran Frente de Todos, el frente que asumió el poder gracias al voto de la mayoría, al voto de «los de abajo», le da la razón a ese puñado de ricos (Macri, Bullrich, Echevehere, Larreta, Roca, Magnetto, Saguier, Mitre, Pescarmona, Roggio, Anchorena) que ejercen el poder indirectamente (porque además fracasaron cuando pretendieron que uno de los suyos dirigiera el país).
El desalojo de Guernica es la pieza que faltaba de este inmenso rompecabezas del peronismo/2020, donde la deuda externa, la pandemia, la desocupación, la inflación, la pobreza y el hambre se integran para degradar cada día, un poco más, la vida de los laburantes, de los que solo poseen su fuerza de trabajo para sobrevivir.
Desde el gobierno del Frente de Todos se levantan las banderas del federalismo para otorgarles libertad a los gobernadores «caciques» de las provincias, que llevaron al desastre sanitario en la mayoría de ellas. Otorgarles garantías y libertades a los saqueadores financieros, darles libertades a los especuladores y a los que esconden sus grandes fortunas en paraísos financieros, también a los que trampean al fisco a la hora de pagar impuestos o liquidar dólares. Todos ellos se llevan inmensos recursos del Estado en los vericuetos judiciales y contables para esconderse de sus obligaciones fiscales y legales.
Juntas todas las ramas del peronismo gobernante no respetan el legítimo derecho «al bienestar general» y a la soberanía nacional: deberían saber que el derecho no termina en la tranquera de la estancia o en los límites protegidos de los barrios privados, la Constitución asegura los derechos de todos los habitantes de la Nación, y aseguran la vida, no la supervivencia bajo cualquier condición.
Frente a los derechos laborales, a contar con una vivienda digna, a la atención de la salud y a la educación pública de calidad, la respuesta de los Fernández es PACIENCIA. Si te despiden, PACIENCIA; si te desalojan, PACIENCIA; si no tenés con qué darle de comer a tus hijos, PACIENCIA. No hay juez en el país que intervenga para exigir a los gobernadores y menos todavía al Poder Ejecutivo que resuelva en plazos perentorios estas necesidades básicas. Ningún fiscal se incomoda, ningún cura reclama, ningún funcionario es denunciado por incumplimiento; al contrario, a los pobres se los somete a mayores sacrificios, a los niños y ancianos a mayores padecimientos.
Cientos de abogados, jueces, fiscales, leguleyos de toda calaña ante el reclamo imperativo de los dueños del dinero, de las tierras, de las empresas y de la propiedad deciden en plazos perentorios desalojos, atropellos y represión para dar el ejemplo del «funcionamiento institucional» y de la existencia de la «seguridad jurídica», en un país donde no importa el hambre, la pobreza, y la marginalidad a la que son sometidos un gran sector de la población.
Nadie fiscaliza ni penaliza, y ni siquiera aseguran los derechos de los más débiles, sean pobres, marginales, en situación de calle, niños, y menos todavía de los jubilados.
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Desalojo de familias pobres en Guernica |
Desde que asumieron en diciembre la mayoría de los votantes del Frente de Todos esperaban los cambios; también esperaban justicia contra el robo de guante blanco del clan Macri y sus amigos, y fundamentalmente recuperar sus salarios, sus empleos. Pero la respuesta de Fernández estuvo supeditada a las imposiciones de los acreedores internacionales que fugaron millones de dólares a costa de nuestro esfuerzo. Luego a resolver el problema sanitario para atender la pandemia (pero solo lo resolvieron, por ahora, en el AMBA). Luego se justificaron por la crisis económica mundial, o por el desastre heredado del gobierno macrista. Sin embargo, nada los detiene y se ven urgidos a desalojar por la fuerza a cientos de ocupantes de Guernica, y nada los detiene cuando avasallan la libertad de los jóvenes que aman la política tanto como lo hacen los kirchneristas, pero que decidieron pelear junto a las familias ocupantes de los terrenos de Guernica, jóvenes –algunos kirchneristas y otros socialistas– que decidieron resistir la fuerza policial y política conducida por Fernández-Kicillof.
Juntas todas ramas del peronismo para permitir que Larreta siga con sus negociados en la ciudad, vendiendo terrenos fiscales –del patrimonio nacional– a privados para negocios inmobiliarios. Ya «vendieron la ciudad» durante más de una década de mandato. Políticos como Larreta son el lado «amigo», «dialoguista» de la oposición, supuestamente distintos de Bullrich y Pichetto, pero todos ellos festejan junto el estanciero Etchevehere el desalojo ordenado por la Justicia y el gobernador Bordet en las tierras «usurpadas por una integrante de la familia y Grabois».
Todos, desde Carrió hasta los más deleznables políticos que la acompañan, seguramente se sentarán en la gran mesa del acuerdo nacional para terminar de destruir el país y apropiarse de las tierras, recursos y patrimonio que restan.
Pero no es lo mismo una apropiación que otra. Mientras los desposeídos se quedan ocupando una franja de tierra muertos de frío y sin agua, pero en la «ilegalidad»; otros, de guante blanco, discuten y acumulan «propiedad privada» desde las cómodas oficinas de sus torres inteligentes y en secreto. Nadie sabe cómo, nadie sabe cuándo, nadie sabe por cuánto, nadie sabe quién recibió el soborno, pero la realidad queda al desnudo cuando de la nada surge un barrio de lujo o una torre en medio de un predio o tierra fiscal.
Hoy, la demostración de fuerza contra las familias que todavía resistían en Guernica es una prueba indiscutible de qué lado se coloca el gobierno nacional y el provincial. Hay injusticias, hay pobreza, hay marginación, hay necesidades básicas sin cubrir, todos hablan interminables horas por TV lamentándose de las calamidades y de la crisis nacional, pero cuando alguien se IMPACIENTA el gobierno le responde con represión.
La crisis aceleró los tiempos, las crisis se suceden una tras otra, dólar, inflación, desempleo, pandemia. Es hora de que los trabajadores tomemos en nuestras manos la resolución de los problemas. La democracia no es solo voto, no es solo charlatanería parlamentaria o por TV, la democracia bien entendida influye en la economía, en la educación y en el derecho a un trabajo digno.
Queda en manos de los trabajadores, eliminar el analfabetismo que creció de manera alarmante, en un país que fue modelo de educación pública y universal. Queda en manos de los trabajadores la instrucción y la educación de la disciplina de millones de jóvenes acostumbrados y obligados a las changas temporarias, para trabajar en grandes obras de infraestructura, de barrios de viviendas, de edificios escolares o de la sanidad. El desarrollo productivo del país solo puede estar en manos de los que producen.
Debemos discutir de inmediato nuestros pliegos de reclamos, que deberían iniciarse en la exigencia al FMI de la condonación inmediata de la deuda contraída, y continuarse con el control de la contabilidad de las grandes corporaciones y conglomerados que fugan y quiebran empresas. Es imprescindible el control de la producción, de las exportaciones y de la distribución de alimentos y demás productos de primera necesidad.
Basta de paciencia y de represión, la fuerza de nuestro voto sigue vigente, igual que la unidad por abajo lograda para sacar a la mafia macrista del gobierno. Debemos organizarnos de forma independiente, para limpiar del suelo argentino, de una vez por todas y de forma radical, la bajeza, la descomposición social y la infamia de la explotación capitalista.
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