MENDOZA, POR LOS CAMINOS DEL VINO Y EL HAMBRE

Histórica huelga de trabajadores vitivinícolas

El 30 y el 31 marzo últimos, después de muchos años, los trabajadores vitivinícolas han dado un ejemplo de lucha: asamblea, reclamo, piquete y movilización. Las sorprendidas patronales no esperaban que, ante los permanentes arreglos a la baja que venía justificando el sindicato, los obreros de sus viñas y bodegas se autoconvocaran e impidieran el ingreso de camiones a las hileras o a las mismísimas bodegas.
Sin embargo, no hay que hurgar mucho para entender por qué decidieron parar: el salario en viña y bodega no supera los 28.000 pesos, a la fecha la canasta familiar cuesta 56.000 pesos. Solo a los gobernantes (y a sus empresarios) se les puede ocurrir que el salario mínimo alcanza para vivir. Son salarios de hambre.
Párrafo aparte merecen los cosechadores, los obreros golondrinas, quienes se desplazan por todas las provincias, desde el norte al Alto Valle del Río Negro levantando la fruta de estación, por miseria. El tacho de uva cotiza a 25 pesos y es difícil que una persona traslade más de 50 tachos al día.

La industria madre… de hijos desconocidos
 
En Mendoza hay más de 1.200 bodegas, entre las que se destacan Ruca Malen, Luigi Bosca, Salentein, La Rural, Rutini, Norton, Zuccardi, Bianchi. Todas son resultado de la reconversión vitivinícola que propiciara el menemismo: eliminación de la regulación del Estado (liquidación de la Bodega Giol, que fijaba precios para la uva y el vino) y erradicación de la uva criolla para plantar varietales (malbec, cabernet, shyra, etc.) Algunos pueden decir que la bodega la fundó el abuelo, pero la materia prima que trabajan ahora es de exportación en toda la línea. Los números son precisos: exportaron por 1.000 millones de dólares en 2020, y pagan muy poca retención o nada por ser producción regional.
Las víctimas de esa reconversión se hacinan en las decenas de villas que tapizan el gran Mendoza.
Están divididos en distintas asociaciones porque la escala no es homogénea, pero todos se presentaron en el ministerio de Trabajo para la conciliación obligatoria, protestaron por las medidas frente a las puertas de los establecimientos y de las fincas. Y todos propusieron pasar de 30 a 33 por ciento de aumento. La FOEVA propuso un 100% escalonado por un año. Veremos en las asambleas qué opinan.
El ambiente de lucha no decae. A pesar del escandaloso silencio de radio y televisión, que los gobiernos de Cornejo y Suárez compran mediante la reducción del presupuesto en las áreas educación, salud, seguridad y cultura (hay denuncias políticas y judiciales sobre la base de una investigación de EL OTRO DIARIO). La movilización generó gran solidaridad.

Pobreza y PESCARMONA
 
Se ha corrido el velo que ocultaba la propaganda oficial en Mendoza; el 44% es pobre, no compra la canasta familiar, es decir, toda la familia trabaja y no les alcanza. Los salarios de los trabajadores vitivinícolas son el precio que paga cualquier empresario, y a veces menos, por la fuerza de trabajo en la provincia. Son los mismos que se oponen a cerrar dos semanas para evitar un desborde de la pandemia. A esos explotadores sin remedio escuchan Suárez y Fernández. Y por supuesto al FMI que le impide al Frente de Todos repartir limosna para que nos quedemos en casa. 
NO HAY PLATA, ¿DE QUÉ POPULISMO HABLAN?
No hay plata para los trabajadores, pero sí para IMPSA (Industria Metalúrgica Pescarmona Sociedad Anónima) que ha pedido un salvataje financiero de 20 millones de ¡dólares! y por supuesto se lo van a otorgar a razón de 5 millones la provincia y 15 millones la Nación. Lo más bochornoso es la intención de los legisladores de hacer pasar esta “intromisión del estado” como un modo de salvar 720 puestos de trabajo ultra calificado; mentira: todos le deben un aporte a Pescarmona y, aunque es cierto que el cierre de la empresa sería un desastre económico y político dada la avanzada ingeniería que aplica en la construcción de turbinas, el objetivo es salvarlos a él y su familia.
 
La desigualdad es mundial
 
Como los bodegueros for export que no quieren pagar retenciones, los grandes empresarios en todo el mundo han incrementado su riqueza. En el momento más parecido a una guerra mundial y en el que se establece la ganancia sobre la solidaridad, el desprecio por los trabajadores de todos los oficios y salarios empieza a tener respuestas. En el marco de la pandemia todo es peligroso para la salud, pero no hay ni dios ni virus que nos obligue a morir de hambre.
El camino que ha marcado la base del sindicato de obreros vitivinícolas de toda la región, es inevitable. Los métodos de lucha decididos por mayoría, en asamblea; y las medidas para garantizar la huelga, con piquetes obreros en la puerta de las bodegas recuperan una tradición absolutamente eficaz para conquistar los salarios y las condiciones laborales que nos corresponde: somos democráticos para escuchar y para decidir, somos una solo voz y acción en la calle.

VIVA LA HUELGA DE LOS TRABAJADORES VITIVINÍCOLAS.
VIVA LA ASAMBLEA Y SUS DECISIONES.
BASTA DE HAMBRE, SALARIO IGUAL A LA CANASTA FAMILIAR.
SI HAY PLATA PARA PESCARMONA DEBE HABER PLATA PARA LOS POBRES
Y DESOCUPADOS.
SOLIDARIDAD CON TODOS LOS TRABAJADORES EN LUCHA.

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