UN PACTO COLONIAL CON EL FMI

El gobierno acordó con el FMI uno de los mayores ROBOS de la historia al bolsillo de los trabajadores argentinos y un nuevo saqueo a la riqueza nacional


En los últimos días se habla de la amenaza de guerra en Ucrania, región donde las potencias despliegan fuerzas militares. En 2015, en ese país, con 41 millones de habitantes, con una guerra desatada en sus provincias más industriales, afectada a la vez por el deterioro de sus flujos comerciales por el conflicto entre Estados Unidos, la Unión Europea y Rusia (que había anexado Crimea), en síntesis un país envuelto en conflictos geoestratégicos, militares, comerciales, financieros y monetarios, también endeudado con el FMI; y que en esa precaria situación económica, social y política alcanzó una tasa de inflación del 43,3%.

Desde 2019 el mundo sufre las consecuencias sanitarias, sociales y económicas derivadas de la pandemia de Covid donde la inflación se convierte en un problema para la mayoría de los países. Pero las altas tasas de la Argentina no hay país que las supere. En algunos casos como Turquía, la tasa de inflación interanual de 2021 alcanzó el 36%, fue la más alta en 19 años y con ese nivel está amenazada la estabilidad económica y financiera del país. En Brasil, una tasa de 10% ha sido la más alta en 5 años. En Colombia, al gobierno de Duque le preocupa que la tasa interanual haya superado el 5%, también la más alta de los últimos 3 años.

En nuestro país la tasa interanual en 2021 superó el 50%, después de tres años de sufrir tasas superiores al 30%, y algunas previsiones ubican una tasa aproximada del 60% el año próximo. Pero parecería que esos porcentajes de inflación no fueran problema ni obstáculo para el funcionamiento político, sindical, económico y social, mientras la democracia parlamentaria se desarrolle por los rituales vigentes sin alterar su curso. Es todavía más inédito, no solo para la historia nacional sino como ejemplo mundial, que al llegar a un acuerdo con el FMI se aplauda las condiciones exigidas, porque no son “hambreadoras”, cuando la situación vigente para la masa trabajadora, aún con desigualdades, empeora de forma cotidiana por la disminución de su poder adquisitivo, porque el salario pierde en la carrera contra los precios.


Para una parte minoritaria de la sociedad argentina, el aumento de precios es solo un inconveniente. Para la dirigencia gremial constituye quizás una tensa discusión en paritarias, pero los aumentos obtenidos cubren una franja cada vez menor de sindicalizados y por menos tiempo. Para la inmensa mayoría, si vive de un salario, desde los trabajadores más sacrificados por la pandemia, el personal sanitario, hasta el laburante mejor pago, el aumento PERMANENTE de los precios de los alimentos, los medicamentos, los servicios y los productos básicos, le impide alcanzar un nivel de vida digno.

El gobierno argentino, la oposición de JxC y los “libertarios” que llegaron al Congreso, más los empresarios y los gobernadores, festejan los logros de las negociaciones, los acuerdos por los que se aceptan condiciones para los pagos de una deuda con el FMI contraída a espaldas del pueblo, para financiar la fuga de capitales. La patronal monopólica, el capital y la política a su servicio festejan; en primer lugar, porque son quienes se llenan los bolsillos con los aumentos incontrolables, y también porque para generar ganancias solo necesitan que los salarios estén por el suelo, y que los jóvenes sin recursos ni educación estén dispuestos a trabajar por limosnas.

Esta cruda realidad es la que golpea la puerta en los hogares de los trabajadores.

Los sacrificios para cumplir con el pago de una deuda usuraria los hicieron primero que nadie los jubilados cuando apenas iniciado el período de gobierno de Fernández-Fernández, antes de la pandemia, se elevó al Congreso una nueva la ley de movilidad y no se aumentó la jubilación mínima.

Los trabajadores en actividad también fueron obligados a sacrificarse. La mayoría continuó sus tareas a pesar de la pandemia, no dejaron de cumplir con sus obligaciones, además de colaborar en las tareas comunitarias en el barrio o en las escuelas, y muchas mujeres, como Ramona de la Villa 31 en CABA, perdieron su vida en ese período. Los comedores comunitarios funcionaron gracias a miles de mujeres como Ramona. El personal de la salud, del cuidado de personas, del transporte, de mantenimiento, de las industrias, los maestros. Quienes, además, por vía de la inflación, de la devaluación “controlada” de la moneda, y el año próximo con la quita de los subsidios a la energía y demás recortes presupuestarios, continuarán en la primera fila de los que deben sacrificarse perdiendo un poco más de su salario. Todos los días, cuando nos levantamos para ir a trabajar doce o catorce horas, cuando debemos viajar en las peores condiciones porque los Estados no invierten ni un solo peso para mejorar el transporte público, pagamos con nuestro sacrificio y seguiremos pagando cada cuota de esos millones que quedaron en manos de los Galperin, Roca, Pescarmona, Ledesma, Dujovne, Braun, Macri, etc.

Todos festejan. También el gobierno de la provincia de Buenos Aires, que celebra el funcionamiento de programas como el “previaje”, que garantiza la rentabilidad a la patronal de la industria turística y a las arcas provinciales, mientras en el AMBA, –el mayor conglomerado urbano del país, nacido de la especulación con la tierra y duramente castigado por el cierre de fuentes de trabajo– aumenta la marginalidad y la pobreza.


LOS PAGOS al FMI se garantizarán con recortes presupuestarios cada vez más importantes, no permitirán lo que llaman “EMISIÓN MONETARIA”, que tanto le preocupa a la CASTA EMPRESARIAL, A LOS MONOPOLIOS, A LA OLIGARQUIA TERRANIENTE Y FINANCIERA y a las oligarquías provinciales. Bajo el lema tan repetido hasta el cansancio que “el Estado no gaste más de lo que recauda”, en realidad se quiere decir que la clase capitalista empresarial, que fugó sus dólares afuera del país y fijó residencia en Uruguay, no pagará impuestos de ningún tipo, ni al patrimonio ni a la herencia ni a nada, y por eso el Estado debe achicarse.

Un Estado que no posee empresas ni presta servicios podría reducir considerablemente sus gastos y por esa vía reducir impuestos. Por eso Cavallo repite hasta el cansancio que se debe vender Aerolíneas Argentinas. Además, lo central de esta discusión es que los parásitos “emprendedores”, por la vía de continuar con la expropiación de los bienes públicos (propiedad de los trabajadores), realizan nuevos y más jugosos negocios. La educación, la salud, el transporte, las comunicaciones, las actividades extractivas, la energía, y si fuera posible con el agua y el aire que respiramos se pueden comerciar, siempre habrá una clientela asegurada. Los monopolios crecen con la producción de alimentos, medicamentos, energía, comunicaciones, y hasta con el sistema de pensiones, como fue en la Argentina de Menem y se mantiene en Chile. Este capitalismo “de las libertades”, bajo la supuesta, mentirosa y aclamada “libertad de mercado”, solo persigue mercados “cautivos”: el de las necesidades primarias para la vida civilizada. Así funciona el mercado de las vacunas: los laboratorios que hoy dominan el mercado farmacéutico mundial se llenaron de plata a costa de la venta “cautiva” a los Estados de esta mercancía que podría ser utilizada para inmunizar a la población de todo el planeta… si todos los países contaran con recursos para comprarlas.

En medio de la pandemia, el FMI, la patronal y el gobierno se dieron un tiempo de darle a la maquinita: los meses de cuarentena (por el miedo a un virus desconocido) y los meses de los mayores contagios de COVID. Bajo esas situaciones se permitió la EMISIÓN de plata del Banco Central para salvar la emergencia, y se legisló el pago (por única vez) de un impuesto a la riqueza para afrontar el momento más peligroso de la pandemia. Pero esos tiempos fueron excepcionales, porque la política general fue la contraria: a menos contagios, más ajuste.

En la larga sucesión de charlatanerías mediáticas de un aburrimiento infinito, la inmensa mayoría de economistas dejaron claras las condiciones de los usureros del mundo, que son los Estados Unidos y otras potencias europeas, los bancos, los monopolios, los empresarios en general. Ahora TODOS FESTEJAN QUE UN ROBO CON GUANTES BLANCOS DE LA MAGNITUD DEL QUE SE PRODUJO EN ARGENTINA, DE CASI 50.000 MILLONES DE DÓLARES, pueda pasar sin penalidades sin sufrir consecuencias políticas, ni conflicto social; en definitiva, sin afectar, por ahora, LA RENTABILIDAD de sus negocios e industrias.

Es la clase capitalista-imperialista la que fija las reglas en el mundo, la que desarrolla la concentración en grandes grupos económicos y la que condena a los pueblos a la miseria extrema. Y como si esto fuera poco, amenaza con desatar una guerra hasta la destrucción de un país, como vemos hoy en Ucrania si le conviene a las necesidades de sus monopolios, como ya hizo en Irak, Siria, Afganistán o ahora en Yemen, o si persiguen minar el crecimiento de potencias que disputan su poderío, como Rusia y China. Actúan con total impunidad porque ningún gobierno en el mundo ni siquiera los amenazó con expropiarles sus monopolios farmacéuticos para distribuir vacunas de forma equitativa y acelerar el fin de esta tragedia del Covid.

Los rumiantes de discursos INSTITUCIONALISTAS solo buscan confundir con palabras.

LAS MASAS TRABAJADORAS DEBERÁN COBRAR todas sus cuentas: NO PERMITIR MÁS MENTIRAS NI EL ROBO DE SU SALARIOS, y menos todavía la expropiación de SUS FUENTES DE PRODUCCIÓN Y SUS RECURSOS NATURALES.

El trío Macri-Vidal-Larreta y sus cómplices saquearon de forma más impune y desvergonzada, desde el acuerdo con el FMI para fugar capitales, pasando por la Gestapo contra los sindicatos, hasta un Macri que apenas asumió la presidencia ya ponía en funcionamiento su negocio privado de energía eólica en la Patagonia, con un Poder Judicial como cómplice más fiel.

Pero el gobierno Fernández-Fernández también eligió el lado del “capital”. Por lo tanto, el saqueo continúa, y continuará de forma más brutal, si no PRODUCE UN GIRO DE 180º y gobierna junto a la fuerza de lucha de los trabajadores y el pueblo pobre, único camino para disputar el poder a los monopolios imperialistas, a los oligarcas locales y al FMI. Pero al hacer el acuerdo con el FMI no solo ha mostrado una vez más que en lo económico está al servicio de los intereses de la patronal y el capital; también ha puesto su firma en lo que es el objetivo POLÍTICO del Fondo, dirigido por los yanquis, con la comparsa de las potencias menores de Europa: terminar de hacer de nuestro país una COLONIA FINANCIERA DEL CAPITAL IMPERIALISTA.

Usamos el término COLONIA aunque no nos gobiernen virreyes, porque ahora una de las potestades fundamentales de un país soberano, no colonial, es el manejo de su economía, y eso se acabó. Desde una oficina permanente en la Capital, el FMI vigilará cada tres meses si el país cumple con sus órdenes. Si las cumplimos, el FMI nos “prestará” la plata para que paguemos cada vencimiento del capital y los intereses (en realidad es una operación contable, esa plata se va de vuelta al FMI el mismo día que entra). Pero si no las cumplimos, el FMI nos empuja al “default” porque esos vencimientos no se pueden pagar. En contra de lo que se dice, no nos sacamos la soga del cuello; al revés, la hicimos más fuerte porque la soga está en las garras del FMI.

EL FMI O EL PAÍS
EL FMI O LOS TRABAJADORES


El gobierno ha podido hacer todo esto aprovechando la división y atomización de las fuerzas de los trabajadores. Pero NO ESTÁ TODO DICHO. Falta que la clase trabajadora TOME LA PALABRA, porque los capitalistas solo tienen miedo a la movilización combativa de la clase trabajadora y su decisión de lucha inclaudicable. Necesitamos convocar y organizar un movimiento que unifique a todos los sectores, que contemple al conjunto, y en especial a los sectores más explotados, sin permitir que nos dividan las banderías políticas ni sindicales.

No quedará opción. El funcionamiento institucional, político y económico de nuestro país debería ejercerse por los verdaderos constructores de la riqueza nacional, que son los trabajadores Solo por la vía del poder se podrá reconquistar la soberanía, terminar con la desigualdad, la indigencia y la esclavitud laboral.

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