El mundo se encuentra en una crisis profunda, tal vez mayor que la del crack de 1929. Esto es debido a la combinación de dos fenómenos distintos, la crisis económica y la pandemia de Covid 19. Tendrá consecuencias durante mucho tiempo, hambrunas catastróficas, millones de desocupados, caída abrupta del nivel de vida de las masas laboriosas.
A esta nueva realidad, que está en pleno desarrollo, se
le suman otros factores importantes, como la
lucha de clases entre explotados y explotadores, las contradicciones
interimperialistas e interburguesas en cada país, y de burguesías atrasadas con
el imperialismo. En las superestructuras de los explotadores (regímenes,
gobiernos, partidos) y de los explotados (sindicatos, partidos, direcciones) también
veremos transformaciones.
Distinguiremos todo tipo de crisis, económicas,
sociales y políticas, así como reacciones defensivas del movimiento de masas que
pueden convertirse en ofensivas si se elevan al terreno político, es decir, a
cuestionar al gobierno y/o al régimen existente como ocurrió en Chile. Y, en el
otro polo, el desarrollo de movimientos hacia el bonapartismo o el fascismo.
Esta
doble calamidad, pandemia crisis
económica, que afecte a los ricos y algunos explotadores, que estos se
enfermen y empiecen a perder plata, no significa que esta sea «democrática»: si
no que fundamentalmente golpea con toda su fuerza sobre las masas trabajadoras
y el pueblo pobre, y sobre los países atrasados.
Como
toda calamidad, la que estamos sufriendo no alienta reacciones violentas
inmediatas del movimiento de masas sino todo lo contrario: su primer efecto
equivale a una derrota brutal. En este caso, las masas quedan indefensas,
tratando de sobrevivir a la enfermedad y al hambre como puedan. Si salen a la
calle son víctimas de la enfermedad; si no salen a la calle quedan a merced de
los gobiernos burgueses y de la patronal. Los que no están trabajando quedan
entre la espada y la pared: rompen la cuarentena y se enferman para poder comer
o se quedan en casa pasando hambre; los que están trabajando aceptan la baja
salarial y demás condiciones que la patronal aprovecha para imponer o salen a
luchas por empresa arriesgando el empleo en un situación de aumento de la
desocupación.
No
defendemos la teoría de “cuanto peor
mejor”, como creen muchos compañeros de otros pensamientos políticos. La
experiencia histórica demuestra lo contrario.
La
calamidad de la Primera Guerra Mundial reventó a las masas durante tres años
hasta que éstas reaccionaron con la revolución en Rusia y luego en Alemania,
Italia, etcétera; la calamidad de la crisis económica del 30 dejó en la lona a
la clase obrera yanqui, que sólo reaccionó cuando la economía se recuperó, y
volvió a dejar de luchar cuando el imperialismo yanqui entró a la calamidad de
la Segunda Guerra Mundial. Lo mismo podemos decir en cuanto a los procesos en
Chile y Colombia o a los chalecos amarillos en Francia: la pandemia los
paralizó; Duque, Piñera, Lenin Moreno y Macron no solo no cayeron sino que se
fortalecieron frente a las masas; Alberto Fernández las ataca duramente sin que
éstas puedan reaccionar; Bolsonaro, Trump y la presidenta boliviana hacen lo
que se les da la gana a pesar de la crisis política.
Estamos
convencidos de que nadie se deja matar de hambre sin luchar, es decir, que esta
calamidad va a provocar en algún momento reacciones masivas, que pueden o no
convertirse en acciones históricas
independiente, objetivamente revolucionarias. Los explotadores son
conscientes de ese peligro y por eso tratan de evitarlo con plata y comida, siempre
insuficientes, para los sectores más jodidos. La situación en Ecuador y el
estallido de la cuestión negra en Estados Unidos son premonitorias, anuncian lo
que en algún momento ocurrirá pero por ahora sólo son eso. Opinamos que hoy
no estamos en esa fase en ningún país que conozcamos, menos aún en el mundo,
sino todo lo contrario, en un nuevo y violento golpe contra las masas.
No
podemos precisar en qué terminará la cosa. Pero ya podemos verificar que el
parate en la producción y el comercio van a provocar este año una caída
importante del PBI mundial y en la gran mayoría de los países, incluso los
imperialistas, no podemos prever su profundidad ni su duración porque eso
dependerá de los otros dos factores. ¿Tendrá éxito esta vez la política de
salvataje a los bancos y empresas que funcionó relativamente bien en la crisis
de 2008? ¿Habrá una segunda ola de la pandemia en Estados Unidos, Europa y
China que provoque un parate aun peor, o se irá extinguiendo y permitiendo
alguna clase de recuperación el año que viene?
La crisis histórica de la Argentina
La pandemia entre
otras cosas desnudó los "problemas
estructurales" de la economía argentina, que se encuentra en decadencia
desde la crisis mundial de 1930. Esta declinación tuvo un desarrollo
relativamente lento, a partir de la última dictadura y junto al gobierno de
Menem este empobrecimiento pego un salto cualitativo.
Producto de este
salto decadente desapareció el pleno empleo, la desocupación se hizo crónica,
sectores importantes de trabajadores quedaron sin organización sindical, la
clase media comenzó a empobrecer y apareció un fenómeno estructural nuevo: un
sector masivo y permanente de generaciones condenadas a la marginalidad. Todo
esto acompañado de destrucción masiva de servicios públicos de salud y
educación, y la eliminación de los planes de vivienda social.
No hay populismo sin plata
Durante esta larga
decadencia, hubo períodos excepcionales en los que la clase obrera y los
sectores populares vieron mejorar sus condiciones de vida. Los más notables
fueron el primer gobierno de Perón y los primeros años del kirchnerismo, que
arrancaron de crisis económicas muy agudas, la del año 30 y la del año 2001. En
esos períodos, estos gobiernos tenían recursos económicos provenientes de la
exportación de alimentos. En ambos casos estos populismos tuvieron que dar
marcha atrás cuando se acabó la bonanza económica. La experiencia del
kirchnerismo comparado con el gobierno de Perón fue un populismo de bajo calibre ya que no incorporó al trabajo asalariado
a las masas marginadas ni redujo sustancialmente la pobreza estructural.
Por lo tanto no
hay populismo sin plata, esto quiere decir que no hay posibilidades de dar concesiones
a los trabajadores y el pueblo pobre sin tomar medidas de fondo que vayan
contra los intereses de los patrones, menos aun después del desastre que
provocó Macri en la economía nacional, esta es la herencia que recibe el Frente
de Todos.
Los cambios en la realidad
Desde que comenzó
la pandemia se sucedieron a grandes rasgos tres momentos claros: El primero es
cuando el gobierno ante la posible catástrofe que se aproxima desde lo
sanitario, toma una serie de medidas preventivas; la más importante es la
cuarentena. Con esto el gobierno se fortalece aumentando su franja de
aprobación sumando parte del electorado macrista. Se presenta como un gobierno
de unidad nacional. Toma algunas medidas dirigidas a los sectores más pobres;
refuerzo de las jubilaciones mínimas, a la AUH y los 10.000 pesos del IFE
(ingreso familiar de emergencia). Y otras que favorecen a los patrones:
beneficios fiscales (pierde el Estado), reducción de los aportes patronales
(salario indirecto pierden los trabajadores).
El segundo momento comienza el 27 de
marzo, la gran patronal de la mano de Techint comienza la ofensiva contra el
gobierno para que se levanten las restricciones impuestas con la cuarentena y
poder trabajar normalmente. El argumento que emplean es que "hay que salvar la economía", es
acompañada de una ola de despidos, suspensiones y bajas del salario. El
gobierno responde a las presiones con el decreto que prohíbe despidos por 60
días. Alberto dice sin nombrarlo, que Paolo Rocca es un miserable. Desde el 27
de marzo hasta el 6 de abril son días de tensa pulseada entre la patronal y el
gobierno.
El tercer momento,
se da a partir de la confirmación por parte de Techint de los despidos anunciados,
la patronal pasa a la ofensiva. Desde ese momento son todas concesiones a la burguesía
y ataque a las masas. Para la patronal, créditos a tasa por debajo de la
inflación, excepciones fiscales, el Estado se hace cargo de un porcentaje de
los sueldos ahorrándole ese gasto a la patronal. Para el pueblo pobre y los
trabajadores la comida en los barrios carenciados la cual no alcanza para solucionar
el hambre, los jubilados cada vez están más en la miseria, siguen los despidos,
suspensiones y las bajas salariales.
Un gobierno que ladra pero no muerde
A esta altura y
por las decisiones tomadas por el gobierno, vemos que Alberto Fernández trata
de gobernar en consenso con los sectores más reaccionarios que hay en el país:
las transnacionales imperialistas, la oligarquía agropecuaria, la gran
burguesía local, el capital financiero internacional, el FMI, los gobernadores
que representan a las burguesías locales, el putrefacto aparato del PJ, la
Iglesia y la traidora burocracia sindical que se puso de acuerdo rápidamente
con la patronal en bajar los sueldos a los trabajadores. Para lograr ese
consenso le da millonadas a los explotadores y le saca millonadas a los
explotados.
Es cierto que la
gran patronal y el macrismo con Larreta a la cabeza son enemigos del gobierno,
sobre todo por la influencia que sobre él tiene Cristina, pero su política no
es voltearlo sino obligarlo a capitular y desgastarlo políticamente para
vencerlo electoralmente. En medio de esta crisis y sobre todo si la economía se
va al precipicio cualquier cosa puede pasar, pero no vemos que hoy ocurra eso.
Hay que denunciar
todas las decisiones del gobierno que perjudican a los trabajadores y el pueblo
pobre. Congelamiento de jubilaciones, rebaja salarial, despidos, en salud y
educación, por el pago de la deuda a la medida de los bonistas y todos los
beneficios que le da al empresariado. Pero también sin descanso hay que
denunciar al gorilaje oligárquico y proimperialistas representados por Juntos
por el Cambio.
El intento de unidad nacional y su fracaso
El gobierno de Alberto Fernández sueña con lograr un gobierno de unidad nacional, trata de hacerlo con el "macrismo responsable" (Larreta y los gobernadores radicales), pero ese acuerdo cada día está más en crisis. Sectores de clase media y alta con sus cacerolazos y violaciones masivas del aislamiento se lanzan a la lucha política abierta contra el gobierno. Es una lucha política con miras a las elecciones del año que viene con el objetivo de debilitarlo y prepararse para reemplazarlo en las elecciones de 2023.
Ambos frentes, el Frente de Todos y Cambiemos tienen muchas contradicciones internas que aparecen a
cada rato. En el Frente de Todos entre el Kirchnerismo y el Albertismo, por ejemplo
sobre salud y seguridad. En Juntos por el Cambio también hay grandes
diferencias entre Macri - Bullrich contra Larreta - Vidal por el tema de
candidaturas, espionaje macrista, salud etc. También hay grandes diferencias
entre gobierno y oposición las más claras es el caso Vicentin (Intervención del
ejecutivo vs expropiación).
El elemento nuevo
en esta disputa es que la oposición le está ganando la calle al gobierno. Hace
rato que empezó con los cacerolazos, las movilizaciones anti cuarentena,
primero fue el cacerolazo con bastante repercusión contra la liberación de los
presos, luego en las marchas contra la expropiación de Vicentin. Todavía es un
proceso embrionario, pero mostró la debilidad del gobierno ya que lo hizo
retroceder en varias medidas como en el impuesto a las grandes fortunas, y
sobre la expropiación de la cerealera entre otras. El gobierno, kirchnerismo
incluido, deja hacer pasivamente y el gorilaje le gana las calles. Esto es
peligroso.
Ante esta
situación los trabajadores y el pueblo pobre deben comenzar a discutir cómo
organizarse en cada fábrica, oficina, escuelas y barrio. Hay que denunciar
todas las decisiones del gobierno que perjudican a los trabajadores y el pueblo
pobre. Congelamiento de jubilaciones, rebaja salarial, despidos, en salud y
educación, por el pago de la deuda a la medida de los bonistas y todos los beneficios
que le da al empresariado. Pero también sin descanso hay que denunciar al
gorilaje oligárquico y proimperialistas representados por Juntos por el Cambio.
Cómo pueden decir que estamos derrotados,cuando todavía no lo estamos,así bajonean al que quiere salir a pelear las luchas van a venir más temprano que tarde y lo fundamental es tener un programa que tomen las masas en su lucha y construir el partido revolucionario para tomar tomar el poder
ResponderEliminarDecimos lo mismo si las luchas van a venir es que todavía no hay grandes luchas, que las que hay son aisladas y parciales, que van a venir grandes luchas no lo dudamos, en un sentido, veníamos de un proceso de luchas importantes, masivas, en la zona cordillerana, la más importante por su carácter político la chilena, que momentáneamente la pandemia frenó. El artículo pretende ser analítico, es verdad que no define un programa .
EliminarEstoy convencida que las luchas vendran, pero hay que ser claros, con la salida o el programa.Me parece que no centrar en el problema de la deuda planteando el no pago o moratoria no nos permite discutir seriamente con los cros peronistas , y eso define a este gobierno que sigue cediendo a limperialismo
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