El Estado y el régimen de la revolución socialista de Octubre

LA DICTADURA DEL PROLETARIADO Y LA DEMOCRACIA SOVIÉTICA


Por D.O.
10 noviembre 2020

Según Marx, el Estado es un órgano de dominación de clase, un órgano de opresión de una clase por otra, es la creación del "orden" que legaliza y afianza esta opresión, amortiguando los choques entre las clases.
Lenin

Debemos rechazar todos los viejos prejuicios acerca de que el Estado significa la igualdad universal; pues esto es un fraude: mientras exista explotación no podrá existir igualdad. El terrateniente no puede ser igual al obrero, ni el hombre hambriento igual al saciado.
Lenin


Entre las grandes enseñanzas históricas dejadas por la revolución socialista en Rusia está la siguiente: para que los trabajadores podamos empezar a liberarnos definitivamente de la explotación y opresión capitalista es condición necesaria la conquista del poder político. Esto es, la destrucción del Estado burgués, y la conquista del Estado obrero. Con la dirección de los bolcheviques, eso fue lo que hizo la clase obrera rusa, con el apoyo del campesinado pobre, en octubre de 1917.

Además, junto con el Estado capitalista, destruyeron el régimen político de democracia burguesa que se había instaurado luego de que con la revolución de febrero del mismo año había sido derrocado el Zar. En su lugar nació un nuevo régimen político: el de la democracia obrera soviética.

El sólo hecho de hablar marcando claramente el carácter de clase de los Estados y los regímenes políticos suena hoy día como algo extraño, como algo arcaico. Nos meten en la cabeza que hablar en término de clases sociales, y más aún de lucha antagónica entre ellas, es un tema del pasado, algo superado por la historia; que es muy “esquemático”, “reduccionista”, “simplista”, que “pierde de vista la diversidad de sectores sociales”. La razón es clara: al puñado de privilegiados que viven de la explotación y opresión de la gran mayoría de la población, le resulta muy conveniente que los explotados ni siquiera nos reconozcamos como una clase social con intereses contrarios a los de los capitalistas e imperialistas.

Por lo anterior es de gran importancia recuperar cómo veían el asunto del Estado y del régimen político los trabajadores y los revolucionarios protagonistas de la revolución de Octubre. Revolución que para la clase obrera mundial representa, en términos de perspectiva histórica, lo que la revolución francesa representó para la burguesía. Para ello presentamos a continuación algunas citas y reflexiones útiles sobre la experiencia de la revolución, en cuando al Estado y al régimen, entre 1917 y 1924 año en que fallece Lenin.

LA DICTADURA DE LA BURGUESÍA Y SU DEMOCRACIA BURGUESA

Para mantener su dominio económico, ideológico y político, la burguesía siempre presenta su interés como pequeñísima minoría como si se tratara del interés general: habla del Estado (no del Estado burgués), de la democracia (no de la democracia burguesa), del congreso (no del congreso burgués), de la justicia (no de la justicia burguesa), del ejército y la policía (no del ejército y policía burgueses), etc. Pero en ningún país del mundo existe la “democracia” en general, sino la democracia al servicio por una clase social específica.

El Estado que existe en todos los países capitalistas es el de la dictadura de la burguesía, es un aparato que tiene por función imponer ante toda la sociedad los intereses particulares de los capitalistas. El Estado burgués en distintos momentos y países ejerce su poder mediante diferentes regímenes políticos. En América Latina lo hicieron, por ejemplo, en los años 70 y 80 mediante dictaduras militares como fue la de Videla en Argentina y la de Pinochet en Chile.

En otros momentos el Estado burgués ejerce su poder mediante el régimen político creado como modelo por la Revolución Francesa de 1789, el democrático burgués; aunque hoy día lo aplican de manera muy restringida. Esta revolución constituyó el más profundo ejemplo de la liquidación de la monarquía y la instauración de la república burguesa. De hecho, el rey Luis xvi fue ejecutado mediante el uso de la guillotina; igual suerte corrió la reina, su esposa María Antonieta. Así la burguesía dio origen a su modelo de república.

La democracia burguesa fue el producto del triunfo de las revoluciones burguesas: con insurrecciones, guerras civiles, aplastamientos y decapitaciones; derrocamiento violento de monarquías, reyes, nobles, propietarios de esclavos, y de la represión de sus intentos de restauración. Así la burguesía en el siglo xviii, con su violenta toma del poder político logró terminar de imponer el dominio en todas las esferas de la sociedad de su sistema capitalista de producción, acabando para siempre el feudalismo. Una vez dominó el Estado, la burguesía, que fue revolucionaria contra la monarquía y los privilegios feudales, se convirtió –muy rápidamente– en contrarrevolucionaria contra los trabajadores y los pobres.

Aplastando o subordinando a los poderes monárquicos y la Iglesia, la burguesía instauró repúblicas en las que, manteniendo el poder económico, dividió el poder político, para que no se concentrara en una sola persona, en tres “ramas”: ejecutiva, legislativa y judicial. Por otra parte, declaró “la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley” y el derecho de todos los ciudadanos al voto para acabar con los privilegios monárquicos y de la nobleza. Aunque también es cierto que, a muchos, como a las mujeres y a los negros, les negó dicho derecho por mucho tiempo.

LOS REVOLUCIONARIOS Y LA DEMOCRACIA BURGUESA


Con relación a la concentración absoluta del poder en una sola persona que caracterizaba a la monarquía y el despotismo, la democracia burguesa constituyó un avance histórico colosal.

Sin embargo, debemos tener claro que, como explicó Lenin:

La más democrática de las repúblicas burguesas no puede ser más que una máquina para oprimir a la clase obrera en favor da la burguesía (…) una máquina gubernamental hecha para absorber los jugos del trabajo por el capital[1].

A diferencia de los actuales dirigentes de la izquierda, pequeñoburguesa o burguesa, que traicionan los intereses obreros al llevar a los trabajadores a confiar, a bajar la guardia, ante la democracia burguesa, el dirigente de Octubre explicaba con total claridad:

Nosotros somos partidarios de la república democrática, como la mejor forma de Estado para el proletariado bajo el capitalismo, pero no tenemos derecho a olvidar que la esclavitud asalariada es el destino del pueblo, incluso en la república burguesa más democrática. Además, todo Estado es una “fuerza especial para la represión” de la clase oprimida…[2]

Y para no dejar dudas, explicaba:

La libertad al lado de la propiedad: eso es lo que tienen ustedes inscrito en su Constitución. El que ustedes admitan la libertad de reunión es, por supuesto, un progreso inmenso en comparación con el régimen feudal, con la Edad Media, con la servidumbre. Lo han reconocido todos los socialistas mientras se han valido de la libertad de la sociedad burguesa para enseñar al proletariado a sacudirse el yugo del capitalismo[3].

Es decir, los trabajadores hacemos uso de las libertades en el Estado burgués, de su democracia burguesa, para luchar por la destrucción de ese Estado burgués, pues por “democrático” que sea su régimen político, no es más que el Estado al servicio de perpetuar la esclavitud asalariada. Por eso mismo incluso defendemos esas libertades democráticas cuando la misma burguesía o sectores de ella pretenden recortarlas o eliminarlas. Pero debemos tener claro: nuestro Estado no es el Estado burgués, es el Estado obrero; y nuestro régimen político no es el democrático burgués, es el de la democracia obrera soviética.

El ejemplo de la libertad de reunión

En la democracia burguesa, la “igualdad ante la ley”, el “derecho universal al voto” y la “libertad” en últimas solo son formalidades para los trabajadores, los explotados, los oprimidos y los pobres. Para algo tan aparentemente básico como la libertad de reunión, sí lo denunciaba Lenin:

Los obreros saben muy bien que la libertad de reunión, aun en la república burguesa más democrática, es una frase hueca, puesto que los ricos poseen los mejores edificios públicos y privados, así como del tiempo y ocasión necesaria para reunirse bajo la protección de su aparato gubernamental burgués. Los proletarios de la ciudad y el campo y los campesinos pobres, es decir, la inmensa mayoría de población, no poseen uno ni otro. Mientras ésta sea la igualdad, hablar de la democracia pura es un sarcasmo[4].

Luego del triunfo de Octubre y de expropiar la propiedad capitalista, ante el reclamo de los defensores del depuesto poder capitalista, explicaba:

Pero la libertad de ustedes no es más que libertad en el papel, y no en la práctica. Eso significa que si en las grandes ciudades existen locales espaciosos, como éste, pertenecen a los capitalistas y a los terratenientes… Pueden reunirse libremente, ciudadanos de la república democrática de Rusia, pero el salón es propiedad privada; perdone, por favor, pero hay que respetar la propiedad privada; si no la respetan, serán unos bolcheviques, unos criminales, unos bandidos… Pero nosotros decimos: «Le daremos la vuelta a todo esto. Primero haremos que este edificio deje de ser ‘club de la nobleza’ y lo convertiremos en local para las organizaciones obreras; ya hablaremos luego de la libertad de reunión»[5].

Y polemizaba, explicando el criterio de libertad en el Estado obrero:

Ustedes nos acusan de violar la libertad. Por nuestra parte, nosotros decimos que toda libertad, sí no se supedita a la tarea de emancipar el trabajo del yugo del capital, es un engaño. La libertad de reunión, inscrita en las Constituciones de todas las repúblicas burguesas, es un engaño, pues, para poder reunirse en un país civilizado que, pese a todo, no ha abolido el invierno ni ha cambiado el clima, hay que tener locales, y los mejores son propiedad privada. Primero confiscaremos los mejores locales y ya hablaremos luego de libertad[6].

Ya había indicado antes de la revolución, y efectivamente así fue luego de esta:

…hace falta que la libertad de sus reuniones esté asegurada por obreros armados y no por aristocráticos oficiales o capitalistas con soldados de su devoción. Solamente entonces podrán hablar sin burlarse de los obreros, de los trabajadores, de los pobres, de libertad de reunión y de igualdad[7].

La siguiente explicación polémica de Lenin fue pronunciada ya en ejercicio del poder soviético, y en momentos en que la contrarrevolución capitalista con apoyo del derrocado zarismo y de los países imperialistas pretendía derrocar el poder obrero. Esta explicación permite entender el significado de la democracia burguesa como dictadura de la burguesía contra los trabajadores (y en su momento contra las monarquías feudales) y, en contraste, el de la democracia obrera soviética como dictadura del proletariado contra los capitalistas:

Decimos que conceder libertad de reunión a los capitalistas es el mayor de los crímenes contra los trabajadores, es libertad de reunión para los contrarrevolucionarios. Decimos a los señores intelectuales burgueses, a los señores partidarios de la democracia: ¡ustedes mienten cuando nos acusan de que violamos la libertad! Cuando los grandes revolucionarios burgueses de ustedes hicieron la revolución en Inglaterra en 1649 y en Francia en 1792-1793, no dieron la libertad de reunión a los monárquicos. Y la revolución francesa se llama Gran Revolución precisamente porque no adoleció de la blandenguería, ni de las medías tintas… sino porque fue una revolución enérgica que, cuando hubo derribado a los monárquicos, los aplastó por completo. Y nosotros sabremos hacer lo mismo con los señores capitalistas, pues nos consta que, para liberar a los trabajadores del yugo del capital, hay que privar a los capitalistas de la libertad de reunión, hay que anular o restringir su «libertad»[8].

Y consecuente con el concepto marxista de que la dictadura del proletariado, para Lenin el Estado obrero, es un Estado transicional hacia la perspectiva histórica de la extinción de todo Estado una vez triunfe la revolución socialista mundial, sea extirpado el capitalismo de la faz de la tierra, pudiéndose así, y sólo así, llegar al socialismo; y terminar con la existencia de clases explotadoras. Al respecto Lenin explicaba:

Eso es lo que sirve para emancipar el trabajo del yugo del capital; lo que sirve a la causa de la auténtica libertad, en la que no habrá edificios enteros habitados por una sola familia y pertenecientes a algún particular, sea terrateniente o capitalista, o a alguna sociedad anónima. Cuando llegue ese día, cuando la gente se haya olvidado de que puede haber edificios públicos en propiedad de alguien, estaremos a favor de la plena libertad.
Cuando en el mundo no haya más que trabajadores, y la gente se haya desacostumbrado de pensar que puede ser miembro de la sociedad alguien que no trabaje -y eso no sucederá tan pronto, por culpa de los señores burgueses y los señores intelectuales burgueses -, estaremos en pro de la libertad de reunión para todos. Pero ahora la libertad de reunión es libertad de reunión para los capitalistas, para los contrarrevolucionarios. Luchamos contra ellos, los repelemos y declaramos que les anulamos esa libertad[9].

Los Soviets

Siguiendo y profundizando la experiencia de la Comuna de París de 1871, la Revolución de Octubre dirigida por el Partido Bolchevique se fundamentó en los Soviets, las asambleas-consejos comunales de obreros, campesinos y soldados que habían surgido en el proceso revolucionario ruso. En el ejercicio de la democracia directa, los Soviets implicaban una democracia muchísimo más profunda y efectiva para la clase obrera, los campesinos y pobres, que la de cualquier democracia burguesa:

La esencia del Poder soviético consiste en que la base permanente y única de todo el poder estatal, de todo el aparato del Estado, es la organización de masas precisamente de las clases que eran oprimidas por el capitalismo, es decir, de los obreros y los semiproletarios (los campesinos que no explotan trabajo ajeno y que recurren constantemente a la venta, aunque sólo sea en parte, de su fuerza de trabajo). Precisamente las masas que hasta en las repúblicas burguesas más democráticas, aunque con arreglo a la ley sean iguales en derechos, de hecho, por medio de procedimientos y artimañas, se han visto apartadas de la participación en la vida política y del goce de los derechos y libertades democráticos, tienen hoy necesariamente una participación constante y, además, decisiva en la dirección democrática del Estado[10].

Con el poder soviético la igualdad y los derechos de los trabajadores se hace, por primera vez, reales y no simple papel escrito:

La igualdad de los ciudadanos independientemente de su sexo, religión, raza y nacionalidad, que la democracia burguesa ha prometido siempre y en todas partes, pero que no ha dado en ningún sitio ni ha podido dar debido a la dominación del capitalismo, la realiza inmediatamente y con toda plenitud el Poder soviético, o sea, la dictadura del proletariado, pues eso únicamente puede hacerlo el poder de los obreros, que no están interesados en la propiedad privada sobre los medios de producción ni en la lucha por repartirlos una y otra vez.

La vieja democracia, es decir, la democracia burguesa y el parlamentarismo fueron organizados de tal modo, que precisamente las masas trabajadoras se vieran más apartadas que nadie del aparato de gobernación. El Poder soviético, es decir la dictadura del proletariado está organizado por el contrario de modo que acerca a las masas trabajadoras al aparato de gobernación[11].

La Dictadura del Proletariado


Cínicamente los capitalistas y sus ideólogos buscan hacernos creer que su Estado es “democrático”, y para nada una “dictadura”. En cambio, desde los Soviets, expresión orgánica de la democracia obrera, la Revolución Rusa explicaba abiertamente por qué el joven Estado Obrero era la dictadura del proletariado:

La dictadura del proletariado no es la terminación de la lucha de las clases, sino su continuación bajo nuevas formas. La dictadura del proletariado es la lucha de la clase proletaria, que ha triunfado y ha tomado en sus manos el poder político, contra la burguesía que ha sido vencida, pero que no ha sido aniquilada, que no ha desaparecido, que no ha dejado de oponer resistencia, contra la burguesía que ha intensificado su resistencia. La dictadura del proletariado es una forma singular de alianza de clase del proletariado, vanguardia de los trabajadores, y los numerosos sectores no proletarios (pequeña burguesía, pequeños propietarios, campesinos, intelectuales, etc.) de trabajadores la mayoría de ellos, alianza dirigida contra el capital, alianza que persigue el derrocamiento completo del capital, el aplastamiento completo de la resistencia de la burguesía y de sus tentativas de restauración, alianza que se propone la instauración y consolidación definitivas del socialismo[12].

Polemizando con corrientes anarquistas, contrarias a la existencia de todo Estado, incluido el de la dictadura del proletariado, Lenin citaba a Federico Engels, el gran compañero de luchas de Marx:

…Todos los socialistas están de acuerdo en que el Estado, y con él la autoridad política, desaparecerá como consecuencia de la próxima revolución social, es decir, que las funciones públicas perderán su carácter político y se convertirán en simples funciones administrativas de velar por los intereses sociales. Pero los antiautoritarios exigen que el Estado político sea abolido de un plumazo, aun antes de haber sido destruidas las relaciones sociales que le dieron origen. Exigen que el primer acto de la revolución social sea la abolición de la autoridad. ¿Han visto estos señores alguna vez una revolución? Una revolución es, por cierto, la cosa más autoritaria que existe; es un acto mediante el cual una parte de la población impone su voluntad a la otra parte por medio de fusiles, bayonetas y cañones, medios, todos ellos, altamente autoritarios; y el partido victorioso debe mantener su dominación mediante el terror que sus armas inspiran a los reaccionarios. ¿La Comuna de París habría durado acaso un solo día, de no haber empleado la autoridad del pueblo armado contra la burguesía? ¿No podemos, por el contrario, reprocharle el haberse servido muy poco de la autoridad? Así, pues, una de dos: o los antiautoritarios no saben, lo que dicen, en cuyo caso no hacen más que sembrar confusión, o lo saben, y en ese caso traicionan la causa del proletariado. En ambos casos, sólo sirven a la reacción[13].

El triunfo de la Revolución de Octubre de 1917 supuso la implantación de la dictadura revolucionaria del proletariado sobre la burguesía en Rusia. Frente al carácter de la dictadura de los trabajadores Lenin precisaba:

Lo que tiene de común la dictadura del proletariado con la dictadura de las otras clases es que está motivada, como toda otra dictadura, por la necesidad de aplastar por la fuerza la resistencia de la clase que pierde la dominación política. La diferencia radical entre la dictadura del proletariado y la dictadura de las otras clases -la dictadura de los terratenientes en la Edad Media, la dictadura de la burguesía en todos los países capitalistas civilizados-, consiste en que la dictadura de los terratenientes y la burguesía ha sido el aplastamiento por la violencia de la resistencia ofrecida por la inmensa mayoría de la población, concretamente por los trabajadores. La dictadura del proletariado, por el contrario, es el aplastamiento por la violencia de la resistencia que ofrecen los explotadores, es decir, la minoría ínfima de la población, los terratenientes y los capitalistas[14].

Y sobre su esencia escribió:

Pero la esencia de la dictadura del proletariado no reside sólo en la violencia, ni principalmente en la violencia. Su esencia fundamental reside en la organización y disciplina del destacamento avanzado de los trabajadores, de su vanguardia, de su único dirigente: el proletariado. Su objetivo es construir el socialismo, suprimir la división de la sociedad en clases, convertir a todos los miembros de la sociedad en trabajadores, quitar el terreno a toda explotación del hombre por el hombre[15].

RETOMEMOS EL RUMBO HACIA LA DICTADURA DEL PROLETARIADO


Para concluir, y con base en lo expuesto, salta a la vista que en lo que respecta al tipo de Estado y de régimen político la gran enseñanza que nos deja la revolución socialista de Octubre, es su modelo de Estado obrero, el de la dictadura revolucionaria del proletariado fundamentada en la democracia obrera soviética.

Una posición realmente consecuente con los intereses de la clase obrera mundial en su lucha contra el capitalismo imperialista debe tener total firmeza en deslindar aguas con las corrientes y direcciones pequeñoburguesas y conciliadoras que, enemigas de la dictadura del proletariado, engañan y desarman a los trabajadores sembrando falsas ilusiones. Lo hacen con “teorías” como la búsqueda de un supuesto “post capitalismo”, o de imaginarias salidas “intermedias” entre el capitalismo y el socialismo. Otra de estas variantes es la del llamado “socialismo del siglo xxi”; fórmula con la que, jugando con el número del siglo, se pretende invalidar el modelo de la revolución socialista de octubre de 1917, es decir, el del socialismo siglo xx. Otros hablan de un utópico “capitalismo humano” o de democracia “en general” o “para todos”. No dejemos que nos nublen la única perspectiva para una real salida progresiva en bien de la humanidad y la naturaleza: la de retomar las lecciones y el rumbo de la Revolución Socialista de Octubre.

Para concluir, reconozcamos que hoy tiene más vigencia que nunca el siguiente planteamiento de Lenin:

Lo fundamental en la doctrina de Marx es la lucha de clases. Así se dice y se escribe con mucha frecuencia. Pero esto no es exacto. De esta inexactitud se deriva con gran frecuencia la tergiversación oportunista del marxismo, su falseamiento en un sentido aceptable para la burguesía. En efecto, la doctrina de la lucha de clases no fue creada por Marx, sino por la burguesía, antes de Marx, y es, en términos generales, aceptable para la burguesía. Quien reconoce solamente la lucha de clases no es aún marxista, puede mantenerse todavía dentro del marco del pensamiento burgués y de la política burguesa. Circunscribir el marxismo a la doctrina de la lucha de clases es limitar el marxismo, bastardearlo, reducirlo a algo que la burguesía puede aceptar. Marxista sólo es el que hace extensivo el reconocimiento de la lucha de clases al reconocimiento de la dictadura del proletariado. En esto es en lo que estriba la más profunda diferencia entre un marxista y un pequeño (o un gran) burgués adocenado. En esta piedra de toque es en la que hay que contrastar la comprensión y el reconocimiento real del marxismo[16].

[1] V. I., Lenin. La democracia burguesa y la dictadura del proletariado.
[2] V. I., Lenin. El estado y la revolución.
[3] V. I., Lenin. I Congreso nacional de instrucción extraescolar.
[4] V. I. Lenin. La democracia burguesa y la dictadura del proletariado.
[5] V. I. Lenin. I Congreso nacional de instrucción extraescolar.
[6] Ibíd.
[7] V. I. Lenin. La democracia burguesa y la dictadura del proletariado.
[8] V. I., Lenin. I Congreso nacional de instrucción extraescolar.
[9] Ibíd.
[10] V. I., Lenin. Primer congreso de la Internacional Comunista.
[11] Ibíd.
[12] V. I., Lenin. Prefacio a la publicación del discurso ‘Acerca de cómo se engaña al pueblo con las consignas de libertad e igualdad’.
[13] V. I., Lenin. El estado y la revolución.
[14] V. I., Lenin. Primer congreso de la Internacional Comunista.
[15] V. I., Lenin. Un saludo a los obreros húngaros.
[16] V. I., Lenin. El Estado y la revolución.


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