La emancipación de la mujer, conquista y derrotas en la URSS

Por: Amelia Espinel

¿Cuál es el objetivo de las feministas burguesas? Conseguir las mismas ventajas, el mismo poder, los mismos derechos en la sociedad capitalista que poseen ahora sus maridos, padres y hermanos. ¿Cuál es el objetivo de las obreras socialistas? Abolir todo tipo de privilegios que deriven del nacimiento o de la riqueza. A la mujer obrera le es indiferente si su patrón es hombre o mujer"
Alejandra Kollontai


El 8 de marzo de 1917 miles de mujeres trabajadoras se tomarían las calles, dando inicio a la revolución Rusa, Trotsky contaba:

El 23 de febrero era el Día Internacional de la Mujer. Los elementos socialdemócratas se proponían festejarlo en la forma tradicional: con asambleas, discursos, manifiestos, etc. A nadie se le pasó por las mentes que el Día de la Mujer pudiera convertirse en el primer día de la revolución (…) Es evidente, pues, que la Revolución de Febrero empezó desde abajo, venciendo la resistencia de las propias organizaciones revolucionarias; con la particularidad de que esta espontánea iniciativa corrió a cargo de la parte más oprimida y cohibida del proletariado: las obreras del ramo textil[1].

Así, desde los inicios de la revolución, las mujeres jugaron un papel fundamental en la construcción del proyecto soviético que una vez echado a andar permitiría un avance colosal en la conquista de sus derechos durante los primeros años de la URSS.

La Revolución del Octubre Rojo permitió que las mujeres consiguieran la igualdad de derechos políticos, Suiza, por ejemplo, glorificada por demócrata y progresiva alcanzó el derecho al voto hasta 1971.

Para 1918 se expediría el Código Familiar, pensado de forma transitoria, pues no buscaba fortalecer a la familia ni al Estado, sino contribuir a su extinción. En materia de derechos este sigue siendo una de las leyes más progresivas cuyo nivel de desarrollo aun no alcanza ningún Estado burgués. Por ejemplo, este código, resolvía el problema de legitimidad de los hijos pues sin importar si eran concebidos bajo el matrimonio o la unión libre, tenían los mismos derechos, así mismo, el divorcio podía ser unilateral y bajo un trámite expedito.

La emancipación económica con la inserción de las mujeres a la fuerza laboral, acompañada de las conquistas democráticas en materia de derechos, contribuyeron a resquebrajar los cimientos de las arcaicas formas burguesas y aristocráticas.

En 1920 se encargó a Strumilin[2] la elaboración de estudios sobre el uso del tiempo. Éstos contribuyeron a focalizar los problemas respecto al reparto del tiempo y cargas que la doble jornada imponía sobre los hombros de las mujeres. El nivel de detalle para la obtención de estos datos permitió identificar el estado de cosas para el momento y plantear el fortalecimiento de guarderías y comedores que se hicieran cargo de la crianza.

Los estudios de Strumilin concluirían que, con el desarrollo de la infraestructura Estatal, la construcción de escuelas, campamentos de verano y guarderías en fábricas, la carga de la doble jornada se reduciría en un 60% y así la mujer tendría más tiempo libre para participar en la vida pública a la par con los hombres.

Así, se impulsó la creación de comedores públicos, Inessa Armand decía:

La cocina casera, tan glorificada por los burgueses, es para las campesinas y, en especial para las obreras, un castigo insoportable que les consume todo el tiempo libre, las priva de la posibilidad de ir a las reuniones, de leer y de tomar parte en la lucha de clases[3].

Por ello el desarrollo de lavanderías públicas, comedores y enfermerías ayudaron a liberar a la mujer de las cargas impuestas, para que estas se dedicaran a las actividades industriales y políticas.

En 1920, al tiempo en que la atención a la maternidad avanzaba de forma colosal, por medio del reconocimiento de licencias de maternidad y atención del parto en hospitales públicos, se legalizaba el derecho al aborto, conquista que sería alcanzada por los países occidentales hasta bien entrado el siglo XX, Inglaterra lo consiguió en 1967 y Estados unidos en 1973.

Pese a los avances, el proyecto soviético se enfrentó a los resquicios de moral feudal y burguesa que existían en la sociedad, no bastaba con cambiar la legislación, era necesario sacudir los perjuicios heredados del pasado. Por ello, el comité central del Partido crearía la Zhenotdel o sección femenina, encargada de cambiar la imagen propia que tenían las mujeres sobre sus roles en la sociedad. Se buscó impulsar, por medio de la agitación y la propaganda la participación de las mujeres en la política, en los comités de fábricas y en aquellos espacios públicos en donde si bien las leyes no las excluían, el lastre de las formas sociales pre soviéticas impedía que se desarrollaran en su totalidad.

A partir de este organismo, encabezado por la revolucionaria Alejandra Kollontai, se impulsaron profundas reformas y cuestionamientos. Las discusiones en torno a la emancipación de las mujeres, la transformación de las relaciones entre los sexos, la liberación sexual y el amor, se planteaban en miras hacia construir nuevas relaciones en el socialismo. Kollontai deja de presente estas discusiones de la siguiente manera:

Es indudable que el proletariado arrancará irremisiblemente muchas plumas de las alas del delicado Eros, si hablamos del amor patrocinado por la ideología burguesa, tal y como se lo representa aquella ideología. . . Es evidente que en vez de las viejas plumas arrancadas a las alas de Eros, la clase ascendente de la Humanidad hará que le crezcan otras de una belleza, brillo y fuerza desconocidos hasta ahora. No olvides, joven camarada, que el amor cambia de aspecto y se transforma de una manera inevitable a la vez que cambian las bases culturales y económicas de la sociedad.

Si conseguimos que de las relaciones de amor desaparezca el ciego, el absorbente y exigente sentimiento pasional; si desaparece también el sentimiento de propiedad, lo mismo que el deseo egoísta de «unirse para siempre al ser amado»; si logramos que desaparezca la fatalidad del hombre y que la mujer no renuncie criminalmente a su «yo», no cabe duda que la desaparición de todos estos sentimientos hará que se desarrollen otros preciosos elementos para el amor[4].

Así, todo lastre feudal y burgués era fuertemente combatido en todas las esferas de la vida. Las revolucionarias soviéticas, contrario a lo que muchos han afirmado jugaron un rol principal, e incluyeron la tarea de la liberación de la mujer como un aspecto necesario para la emancipación de todos los oprimidos y la conquista del socialismo.

Lo más sorprendente es que estas conquistas fueron alcanzadas en medio de la hambruna, la miseria y la guerra civil. Sin embargo, con la llegada del estalinismo se irían abajo todas estas conquistas, en 1930 se clausuró el Zhenotdel, En 1936 se volvió a penalizar el aborto, bajo la excusa de elevar la tasa de natalidad, en 1941 se creó un impuesto para las personas sin hijos y en 1944 otro para las personas que no tenían más de dos hijos[5], imponiendo a las mujeres el rol de madres desarmando todo lo avanzado respecto a la colectivización del trabajo doméstico y la crianza.

Del mismo modo se modificaron los requisitos para el divorcio, se exigía la presencia de ambos cónyuges, y aumentó el precio del registro de divorcio, que a su vez aumentaba, según el número de estos. Al respecto, Trotsky decía:

Los moralistas soviéticos no tienen más que renovar ligeramente la fraseología. Se inicia una campaña en contra de los divorcios, demasiado fáciles y demasiado frecuentes. El pensamiento creador del legislador anuncia ya una medida "socialista", que consiste en cobrar el registro del divorcio y en aumentar la tarifa en caso de repetición. De manera que no nos equivocamos al afirmar que la familia renace, al mismo tiempo que se consolida nuevamente el papel educador del rublo. (…) Los "Amigos" líricos y académicos de la URSS tienen ojos para no ver. La legislación del matrimonio instituida por la Revolución de Octubre, que en su tiempo fue objeto de legítimo orgullo para ella, se ha transformado y desfigurado por amplios empréstitos tomados del tesoro legislativo de los países burgueses. Y, como si se tratara de unir la burla a la traición, los mismos argumentos que antes sirvieron para defender la libertad incondicional del divorcio y del aborto -"la emancipación de la mujer", "la defensa de los derechos de la personalidad", "la protección de la maternidad"-, se repiten actualmente para limitar o prohibir uno y otro[6].

Así, la gran apuesta de los revolucionarios y revolucionarias soviéticos de 1917 que aspiraba a una transformación profunda de la sociedad se veía traicionada por el estalinismo que retrocedía y acogía las formas burguesas de relacionarse, que sacralizaba la institución de la familia, condenando a las mujeres al espacio de lo privado, obligando a miles de trabajadoras a ser madres o morir bajo procedimientos peligrosos.

Pese a ello, es innegable que fue la revolución de 1917 la que fue más lejos en la apuesta por la aniquilación de todo tipo de opresión, la que en menos de diez años abrió las puertas y rompió las cadenas irrompibles bajo el capitalismo, la que cuestionó y transformó la familia, la maternidad, los roles de género e incluso la forma de amar y construir relaciones. Fue la revolución de octubre y las mujeres revolucionarias las que no se conformaron con las migajas que les prometía un proyecto burgués, fueron ellas las que construyeron lo que hoy muchos dicen que es utopía, pero que la historia atestigua que es posible.

Es por ello que hoy a 103 años del triunfo de la Revolución son referentes las conquistas de la URSS y las miles de revolucionarias soviéticas que transformaron profundamente la sociedad, por medio de una lucha resuelta en contra de todo tipo de opresión y explotación.

[1] Trotsky, León. Historia de la Revolución Rusa. 1932, págs. 104-105.
[2] Stanislav Strumilin. Desempeñó el rol de dirigente en el análisis de la economía planificada de tipo soviético, incluyendo los planes de desarrollo quinquenales y el cálculo de la renta nacional.
[3] Armand, I. “La obrera en Rusia”. Bulletin Communiste, 1er año, nº 17, 8 de julio de 1920.
[4] Kollontai, A. “¡Abran paso al eros amado! Una carta a la juventud obrera”. Marxists Internet Archive, 1923. https://www. marxists. org/espanol/kollontai/1923/0001.htm.
[5] Kos-Rabcewicz Zubkowski, Ludwik. “El derecho de familia en la Unión Soviética”, Derecho, Lima, Año XVIII, N° 20, 1961, pág. 106.
[6] Trotsky, L. La revolución traicionada. Fundación Federico Engels, 2001, pág. 121.


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